Quedarse incluso con el discurso
El riesgo es que se sustituya el sector público empresarial por un sector privado gubernamental
» 1.- El caso Güemes (el responsable de Sanidad de la Comunidad de Madrid que privatizó los laboratorios clínicos que atienden a una parte de la población, entra como consejero en la empresa que compra uno de esos laboratorios, cuando la incompatibilidad legal ya ha prescrito) ilustra una vez más las continuas pasarelas entre el poder político y el poder económico —en las dos direcciones— en los procesos privatizadores. Conviene hacer balance no solo de cómo funcionan las empresas y los sectores privatizados (si son más o menos eficaces que cuando eran públicos, si ha aumentado la competencia, si los ciudadanos han notado sensibles mejorías en el servicio y en el precio de los productos que proveen…), sino también en manos de quien se han quedado tales empresas y sectores. No sea que se sustituya el anterior sector público empresarial por un sector privado gubernamental, como ha sucedido a veces. Del monopolio público al oligopolio privado. Antes se privatizó la banca pública (y ahora, las cajas de ahorros), la energía pública o las telecomunicaciones públicas, entre otros sectores estratégicos, y ahora se pretende hacer lo mismo con la sanidad pública y la educación pública, aunque se niegue. En este caso se quieren quedar hasta con el discurso, aunque no se esmeran ni en aportar los datos que demostrarían la superioridad de la gestión privada.
» 2.- El economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) publica un trabajo en el que advierte que demasiada austeridad mata a los países: un euro público retirado del sistema productivo (o por un menor gasto o por un incremento de los impuestos) puede llegar a significar 1,5 euros privados menos de actividad. Ello explica lo que ha sucedido en países como Grecia, Portugal o España. Menos de una semana después de conocerse ese trabajo, el FMI como institución propone otro brutal ajuste para Portugal (en pensiones, desempleo, número de funcionarios…) para ahorrar otros 4.000 millones anuales. Ello en un país cuyo consumo puede haber disminuido durante 2012 un 20% y que se halla en un estado de rigor mortis. En este caso lo que existe es una profunda contradicción entre el discurso y la práctica. Lo mismo sucedió en la última comparecencia ante el Parlamento Europeo del presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, que dejó como herencia sus dudas sobre las políticas de austeridad excesiva y pidió un salario mínimo común europeo “para no perder el apoyo de las clases trabajadoras”. Hasta ese momento no se le habían conocido esas veleidades sociales.
» 3.- La OCDE desarrolla sus ideas sobre la situación de los bancos de la eurozona. Lo ha hecho una vez que ha concluido el larguísimo debate sobre el rescate de la banca española (monto de las ayudas y si estas computaban como deuda pública), constituida durante muchos meses como el eslabón más débil. Resulta ahora que las necesidades de capitalización de la banca española están por debajo de la media europea, y que la banca alemana, por poner el ejemplo más ilustrativo, tiene más necesidades de capital que la de nuestro país. Según la OCDE se necesitan aún 400.000 millones de euros para asegurar la fortaleza del sistema financiero europeo. En este caso, la realidad desborda el discurso de que, arreglado el problema financiero, va a fluir el crédito a las empresas y las familias y se van a atender prioritariamente los déficits de la economía real.
"En el FMI existe una profunda contradicción entre el discurso y la práctica"
» 4.- Ante la mejora de la prima de riesgo en los países periféricos, las autoridades afirman —aunque con cauciones— que los mercados anticipan el final de la crisis de la deuda soberana. Desde el verano del año 2007, cada fase de la crisis ha tenido un problema determinante: el inmobiliario (las hipotecas subprime), el de los alimentos y el petróleo, el de la falta de liquidez y luego de solvencia del sector financiero, el de la deuda soberana, etcétera. En cada una de estas etapas un problema se superponía a los demás y era el dominante, pero los anteriores nunca se arreglaban del todo. Si se ha superado el del endeudamiento público, ¿ha llegado el momento de solucionar el problema de la economía real, el paro, el empobrecimiento, la mortandad de las empresas? En este caso el discurso es sencillamente increíble. A eso hemos llegado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.