La moneda del billón de dólares
Paul Krugman se suma a quienes proponen que el Gobierno de EE UU emita una multimillonaria moneda de platino con la que sortear el techo de deuda
Se evitó el precipicio fiscal a tiempo, pero Estados Unidos se enfrenta a otro reto inmediato por culpa del circo político en Washington: la deuda federal roza ya el límite legal establecido por el Congreso. Para evitar una situación de impago y la parálisis total del Gobierno federal, cobra forma una petición para que el Tesoro acuñe una moneda de platino por valor de un billón de dólares (unos 750.000 millones de euros), que estaría a buen recaudo de la Reserva Federal, la cual daría liquidez a la Administración con esa garantía.
La petición a la Casa Blanca cuenta con 6.250 firmantes, entre ellos el economista Paul Krugman, que el pasado lunes apoyó la iniciativa en The New York Times. Dice que permitiría evitar las consecuencias inminentes del choque ideológico entre demócratas y republicanos, el mismo que llevó a Standard & Poor’s a retirar en agosto de 2011 la máxima nota de solvencia a la deuda soberana estadounidense.
Krugman propone que en el metal figure la efigie del líder republicano
Para que la Administración que preside Barack Obama pueda pronunciarse sobre la petición, debe recabar 25.000 firmas antes del 2 de febrero. Como explican sus defensores, esta solución al techo de la deuda es “rápida” y “simple”. Y aunque muchos pueden verla como una medida innecesaria y extrema, señalan, “no es más absurda que jugar a hacer política poniendo en riesgo la economía de EE UU y la global”.
Krugman cree que es una opción que el presidente Obama debe considerar, por tonta que parezca. “La otra alternativa es igualmente estúpida y puede ser desastrosa”. Así lo considera el representante neoyorquino Jerrold Nadler, uno de los políticos que está haciendo más campaña por la moneda del billón, bajo el argumento de que dará al Tesoro los recursos para pagar sus deudas si no se eleva el techo a tiempo.
El límite de endeudamiento, fijado ahora en los 16,4 billones, se rebasará previsiblemente entre mediados de febrero y mediados de marzo. Este techo establecido por el Congreso trata de contener la capacidad del Gobierno para gastar. Suele ampliarse sin problemas. Pero el mismo debate se vivió en el verano de 2011. La legislación federal también permite, por una puerta trasera pensada para los coleccionistas, que el Tesoro acuñe monedas de platino en la denominación y tamaño que considere.
641 millones de onzas de platino
Para imprimir dinero en esa denominación, harían falta en teoría 641 millones de onzas de platino. Al precio al que cotiza el preciado metal eso equivaldría a una única moneda con un peso de unos 20 millones de kilos. Pero en la práctica el Tío Sam no tendría que llegar a tanto, ya que el Tesoro tiene autoridad legal para poner el valor facial que considere en una moneda. Otra cosa es ver cómo esa pieza depositada en las arcas de la Fed afectaría a la independencia de la autoridad monetaria.
Los republicanos están en contra, porque lo ven como otra forma de deuda y una pretensión de hacer ver que se es solvente. Greg Walden, representante por Oregón, se apresuró al introducir una propuesta legal para prohibir una alternativa que considera “absurda y peligrosa”. “Mi mujer y yo tenemos una pequeña empresa desde 1986. Cuando toca pagar las facturas, no podemos acuñar una moneda para crear más dinero del aire. Nos sentamos y tratamos de ver cómo equilibrar las cuentas”.
La idea es usar una excepción prevista para coleccionistas numismáticos
John Boehner, el líder de los conservadores en la Cámara de Representantes, la ridiculiza recordando que esta idea ya apareció en un episodio de los Simpsons. Krugman ha contratacado pidiendo que sea la efigie de Boehmer la que figure en la moneda: “Sin él y sus colegas, esto no sería necesario”, alega. Los blogs y Twitter también mantienen un intenso debate sobre el asunto, mientras se especula sobre el momento en el que Timothy Geithner soltará la cartera del Tesoro y con el nombre de su potencial sucesor. Jack Lew, actual jefe de Gabinete de la Casa Blanca, es el principal contendiente.
Geithner pidió repetidamente al Congreso a lo largo de su mandato que dejara de poner límites al dinero que el Gobierno puede pedir prestado, y que lo elevara al infinito para evitar este tipo de debates y eliminar elementos de incertidumbre. Considera que el recurso al impago de la deuda como un arma política no debe ser una opción estratégica para ningún partido. Obama, sin embargo, se opuso a elevar ese techo cuando era senador por Illinois.
La salida del responsable del Tesoro podría complicar el debate sobre la deuda y la negociación presupuestaria en general. Su departamento ya está adoptando medidas extremas para retrasar al máximo en el calendario una situación de impago. Como señalan en Wall Street, la Casa Blanca podrá contener la situación durante un par de meses. En el parqué ya ponen la fecha del próximo precipicio fiscal en el 1 de marzo. Geithner asumió el cargo en plena crisis financiera, y se irá previsiblemente a final de enero en plena crisis fiscal.
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