La unión bancaria europea echa a andar
La moderación de costes y el alza de la productividad están restableciendo la competitividad perdida
A trancas y barrancas la Unión Económica y Monetaria europea (UEM) empieza a dotarse de las instituciones que la hagan viable a largo plazo. La crisis ha puesto de manifiesto que, tal como se diseñó inicialmente, esta unión no puede más que causar problemas a sus miembros (a unos más que a otros, claro). En realidad, no es una unión monetaria en sentido estricto, sino que se parece más a un sistema de tipos de cambio fijos y con la soberanía monetaria transferida, algo así como el sistema de patrón oro, hace mucho tiempo abandonado. En España estamos aprendiendo la lección con mucho dolor y daño a nuestra economía. Por supuesto, no todas las culpas son de una UEM imperfecta, pues nuestros gobernantes se olvidaron desde el inicio de los deberes y reformas que se debían hacer para compartir moneda con economías como la alemana, con un sistema productivo mucho más eficiente y competitivo, y con unas instituciones y normas reguladoras también diferentes. El 35% de desviación de nuestros costes laborales por unidad producida respecto a Alemania desde el inicio del euro hasta 2008 y la escasa capacidad para controlar la expansión del crédito y el apalancamiento de nuestro sistema bancario nos están pasando ahora factura.
Muchos de los deberes que no se hicieron antes del inicio del euro en España se están haciendo ahora. Pero para completar toda la faena, los miembros de la UEM deben dotarse de las instituciones e instrumentos necesarios, y la unión bancaria es uno de ellos. Bienvenido sea, por tanto, el acuerdo para unificar en el BCE la supervisión del sistema bancario, aunque se notan demasiado las resistencias de ciertos países (Alemania a la cabeza) que no quieren que se vean sus vergüenzas o perder ciertas especificidades de su sistema actual, que seguramente les asegura ventajas respecto al resto de países. Ahora bien, este paso inicial es insuficiente. Hay que completarlo con la homogeneización total de la regulación, con un Fondo de Garantía de Depósitos común y un sistema de resolución (liquidación de entidades con problemas) también común. El resultado final deberá ser la desnacionalización de los sistemas financieros europeos, que ahora funcionan casi como compartimentos estancos. Todo esto puede causar más discrepancias que la unificación de la supervisión que ahora se inicia, así que se vislumbra un largo y tortuoso camino para lograr la unión bancaria. No hablemos de una mayor unión fiscal, que también es necesaria. Pero, al menos se ha echado a andar.
Desde el inicio del euro, los costes laborales aumentaron en España un 35% más que en Alemania
La coyuntura española ha venido marcada esta semana por la publicación de indicadores de precios y costes laborales. Como ya había adelantado el INE a finales de noviembre, la inflación de los precios de consumo se redujo notablemente en dicho mes, al pasar del 3,5% en octubre al 2,9% [gráfico superior izquierdo]. Los datos detallados indican que cuatro de estas seis décimas de reducción se debieron a los productos energéticos, otra a los automóviles, cuyo precio final al consumidor se vio favorecido por las subvenciones y rebajas del Plan PIVE, y el resto se lo repartieron diversos servicios, como los telefónicos, recreativos y turísticos. Los precios de la energía bajaron en toda Europa, pero menos que en España, por lo que el diferencial de inflación (que ahora no debiera utilizarse como indicador de competitividad, ya que está muy influido por modificaciones impositivas que nada tienen que ver con este tema) se redujo de un punto porcentual a ocho décimas. La mayor novedad fue la moderación de la inflación de los servicios, indicativa de la suma debilidad del consumo. Con todo ello, las previsiones hasta finales de 2013 han mejorado: se espera que se mantenga el 2,9% en este mes y que esta tasa vaya descendiendo a lo largo del próximo para situarse en torno al 1,5% en diciembre, resultando una media anual del 1,9%.
El coste laboral total por trabajador y mes fue en el tercer trimestre de este año un 0,1% inferior al del mismo periodo del año anterior [gráfico superior derecho]. El coste salarial aumentó ligeramente, un 0,3%, pero los otros costes, entre los que se sitúan los de despido, disminuyeron un 0,9%. El elevado paro y las reformas laborales están detrás de esta moderación de los costes que, junto al aumento de la productividad, están restableciendo la competitividad perdida desde el inicio del euro.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Precios y ventas de viviendas
El índice del precio de la vivienda, que elabora trimestralmente el INE a partir de las escrituras públicas, volvió a registrar en el tercer trimestre una caída importante, concretamente un 3,8% respecto al trimestre anterior. Sobre el tercer trimestre de 2011 el descenso es del 15,2% (la tasa interanual más baja desde 2007, el inicio de la serie). Si tomamos como referencia la media de 2007, este índice refleja una corrección del 30% [gráfico inferior izquierdo], con un desglose del 20,6% para la vivienda nueva y del 36,8% para la usada. La caída de los precios y la proximidad de la desaparición de la desgravación fiscal en el IRPF y del aumento del IVA del 4% al 10% están incentivando la compra de viviendas, según los datos de otro indicador conocido en la semana, la estadística de Transmisiones de Derechos de la Propiedad. En octubre las compraventas registradas de viviendas aumentaron un 12,8% respecto al mismo periodo del año anterior. La recuperación se inició ya a mediados del año, como puede observarse en el gráfico inferior izquierdo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.