Petroleras sin control
Han sido los carburantes, un factor de primera necesidad en las actividades económicas y en la movilidad de las personas, los responsables de la elevación de la inflación de la economía española, antes incluso de que se hicieran explícitas las repercusiones del IVA a los precios finales de otros bienes y servicios. La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) acaba de hacer público un informe (elaborado a petición de la Secretaría de Estado de Economía) en el que se revela la ausencia de suficiente competencia en ese sector de los carburantes de automoción y, consecuentemente, la práctica de precios, antes de impuestos, significativamente superiores a los vigentes en otros países de Europa. El tenor de las afirmaciones de ese informe no deja lugar a dudas acerca del poder de mercado que se ha estado ejerciendo: “Los operadores con capacidad de refino tienen un poder significativo en el aprovisionamiento de carburantes, en la distribución mayorista y en la minorista a través de las gasolineras”.
De ese informe se deduce que las razones de la insuficiente competencia son el reducido número de oferentes, la intensa concentración empresarial y las barreras a la entrada de nuevos competidores en el mercado minorista, en las gasolineras. Los obstáculos existen también en el sector mayorista, en las refinerías, según advierte la CNC. Son prácticas muy distantes de la libre competencia por la que deben velar las autoridades.
Los operadores que se benefician de esa situación son Repsol, Cepsa y BP. Estos son destacados en ese informe como los que dominan ese mercado de distribución de carburantes de automoción: “Disfrutan de ventajas sustanciales respecto al resto de los operadores”. El informe advierte igualmente que el grado de concentración en España es significativamente superior al del resto de Europa. Son conclusiones en cierta medida compartidas en los informes de la Comisión de la Energía.
Aumentan las rentas de unos pocos a costa de millones de usuarios. Lejos de atenuarse los beneficios derivados de ese juego poco limpio, las empresas han aumentado sus márgenes durante la crisis. Desde 2007 hasta 2010 el margen bruto de distribución ha crecido un 20% en la gasolina y en el gasóleo. Ello ha tenido lugar aun cuando se partía de niveles de precios de salida más elevados que en las demás economías europeas y de una demanda contraída por la propia crisis.
Con independencia de algunas limitaciones técnicas del informe que objetan las empresas del sector, caben pocos paliativos para evaluar la dejadez del anterior Gobierno y para no permitir que el actual siga cruzado de brazos. Es necesaria una rápida y significativa actuación por el Gobierno si asume el tenor del informe de la CNC y la mayoría de la veintena larga de recomendaciones. No dejaría de sorprender que ante la permanente erosión en la renta disponible de las pequeñas empresas y familias que esta crisis está originando por diversas vías se añadieran las consecuencias del poder de mercado de las empresas petroleras. Garantizar el juego limpio en los mercados, el aumento de la competencia, es una de las reformas que no incorporan costes presupuestarios y de las pocas que no tienen que volver a soportar los agentes con menores rentas y capacidad defensiva ante la crisis.
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