Soplones en Wall Street
El supervisor bursátil estadounidense se ha propuesto acabar con el uso de información privilegiada y explica en su web los fraudes que ha detectado
La información privilegiada es a la inversión lo que el dopaje al deporte. En un mercado donde tener solo unas horas de ventaja sobre el resto de participantes es suficiente para hacer mucho dinero, manejar datos que el resto desconoce es como correr el Tour tras una ingesta masiva de anabolizantes. El problema, en la Bolsa y en el ciclismo, es que te pueden pillar. El supervisor bursátil estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) es mucho más activo que otros policías de los mercados a la hora de perseguir el denominado insider trading. En su página web, a modo de recuerdo para los futuros infractores, publica sus investigaciones. Los chivatazos están a la orden del día en Wall Street. Estos son algunas historias de inversores dopados que finalmente fueron cazados.
- Amigos rusos y listas de boda en Macy’s. Ígor Poteroba, Alexéi Koval y Alexandr Vorobiev, todos ciudadanos rusos, se conocieron cursando sus estudios en la Universidad de New Haven (Connecticut). Poteroba trabajaba como banquero de inversión en el área de UBS especializada en salud. Gracias a la información que manejaba, filtraba futuras operaciones corporativas entre farmacéuticas a Koval y Vorobiev, quienes compraban acciones y futuros de aquellas compañías que iban a ser objeto de OPA. Para evitar sospechas utilizaban correos electrónicos codificados usando palabras clave relacionadas con supuestos regalos de listas de boda en los almacenes Macy’s o con programas de puntos de compañías aéreas. La SEC calcula que ganaron más de un millón de dólares en 11 operaciones de fusión desde 2005 hasta 2010.
- Un doctor francés, la hepatitis C y un fármaco fallido. Human Genome Science desarrollaba una serie de ensayos clínicos para probar los efectos del Albumin Interferon Alfa 2-a, un nuevo fármaco contra la hepatitis C. En estos trabajos participaba el médico francés Yves M. Benhamou, quien infringió su juramento de confidencialidad al filtrar a un amigo suyo, gestor de varios hedge funds, que el fármaco era fallido. Este chivatazo permitió al gestor vender toda su participación en Human Genome Science días antes de que se hicieran públicas las pruebas, evitando así unas pérdidas cercanas a los 30 millones de dólares.
- Un apaño entre médicos. Apparo Mukkamala era el presidente de American Physicians Capital (ACAP), una aseguradora sanitaria profesional vinculada al colectivo de médicos. Mukkamala se sirvió de información manejada por el consejo de administración sobre las negociaciones para ser adquiridos por otra empresa, para filtrarla a varios colegas médicos y amigos como Suresh Anne, Jitendra Prasad Katneni y Rao Yalamanchili, así como a su cuñado, Mallikarjunarao Anne. Usando estos datos confidenciales, los cinco médicos se lanzaron a comprar acciones de ACAP. Los anormales volúmenes de contratación previos a la OPA de la aseguradora despertaron las sospechas de los supervisores.
- Un analista que sabía demasiado. Tai Nguyen poseía una empresa de análisis bursátil californiana llamada Insight Research. Uno de los valores sobre los que elaboraba informes era Abaxis, un proveedor de plasma sanguíneo. Nguyen tenía un contacto en el departamento financiero de Abaxis que le proporcionaba información sobre los resultados trimestrales de la compañía días antes de su publicación. Con esa operación, Nguyen operaba con acciones de Abaxis. Además revendía los datos a varios hedge funds. En total lograron unas plusvalías cercanas a los ocho millones de dólares.
- Los pálpitos de un productor de Hollywood. Mohamed Mark Amin es un productor de Hollywood con más de 75 películas a sus espaldas. Amin empezó a trabajar en 2007 como miembro del consejo directivo de DuPont Fabros, una compañía que opera centros de datos que acogen los servidores informáticos de compañías como Microsoft, Facebook o Google. Amin filtró la información que tenía acerca de varias líneas de crédito que estaba a punto de firmar la compañía entre varios primos y amigos. Estos compraron acciones de DuPont y se beneficiaron de unas jugosas plusvalías, puesto que la cotización subió como la espuma cuando se hicieron públicos los planes de financiación.
- Confesiones en Alcohólicos Anónimos. Timothy McGee trabajaba como asesor financiero. En 1999 empezó a participar en los programas de Alcohólicos Anónimos (AA). Allí trabó amistad con un alto directivo de la empresa Philadelphia Consolidated Holding. La relación entre ambos se fortaleció e incluso compartían aficiones comunes como el triatlón. En julio de 2008, después de una de las sesiones de AA, el ejecutivo confesó a McGee que últimamente estaba sometido a mucha presión en el trabajo, puesto que su compañía estaba negociando su fusión con un grupo japonés. McGee pasó esta información a un colega de profesión, Michale Zirinsky, quien, junto a varios hermanos, primos y amigos, adquirieron importantes acciones de Philadelphia Consolidated para beneficiarse de su subida cuando se desvelara la información.
- En el nombre del padre. Spencer D. Mindlin trabajaba en la mesa de negociación de fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés) de Goldman Sachs. Gracias a la información que manejaba, sabía que el banco de inversión iba a realizar varias operaciones de cobertura sobre acciones subyacentes del fondo SPDR S&P Retail que implicaban fuertes volúmenes de negociación. Estos datos se los filtró a su padre, Alred Mindlin, para aprovecharse de la situación comprando y vendiendo cuatro de los valores que se verían afectados por estos movimientos. “Con la ayuda de su padre explotó la información privilegiada para llenarse los bolsillos”, concluye el oficial de la SEC que investigó el caso.
- El sueldo extra de una estrella del béisbol. Doug DeCinces, jugador profesional de béisbol, tenía una fuente en la empresa californiana Advanced Medical Optics. Esta garganta profunda le informó de que la empresa iba a recibir una oferta de compra por parte de una filial de Abbott Laboratories. Con este chivatazo, DeCinces empezó a comprar acciones de Advance Medical. Además pasó la información que tenía a varios conocidos, incluido el fisioterapeuta que le trataba sus lesiones. “Una vez tras otra, vemos cómo gente de gran reputación se ve envuelta en operaciones de información privilegiada arriesgando su imagen pública para enriquecerse ellos y su círculo más próximo”, explican desde la SEC.
- Un químico y su madre octogenaria. Cheng Yi Liang es un químico que trabaja en la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés). Yi sabía con antelación si este organismo iba a dar el visto bueno o iba a rechazar la comercialización de hasta 27 fármacos desarrollados por 19 compañías cotizadas. En función del veredicto de la FDA, este profesional compraba o vendía acciones de las empresas afectadas. Las maniobras de este químico eran muy sofisticadas. De hecho, operaba desde siete cuentas bursátiles diferentes, ninguna de las cuales estaba a su nombre. Una de estas cuentas pertenecía a su madre, de 84 años, que vive en China.
- Una muy buena fuente en Dell. Sandy Goyal, un analista de inversión de Princeton, tenía una muy buena fuente en Dell. Este contacto le avanzaba los resultados trimestrales del fabricante de ordenadores. Goyal pasaba la información a Jesse Torrora, gestor de un hedge fund llamado Diamondback, quien a su vez la distribuía entre otros fondos de alto riesgo. Gracias a disponer de las cuentas de Dell antes que el resto del mercado, los usuarios de esta información privilegiada ganaron más de 62 millones de dólares. “Esta operación no se basaba en que un empleado de segundo nivel había caído en la tentación de sacar algo de provecho con su información. Se trata de jugadores muy sofisticados que diseñaron una red corrupta para sistemáticamente obtener beneficios usando información privilegiada a costa del resto de inversores”, concluye la SEC.
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