“Las estoy pasando canutas, menos mal que me ayuda mi madre”
Vanessa Domínguez lleva tres años en paro y ha agotado el subsidio de desempleo
“No es justo. Me avergüenzo de este país”. Con 33 años y trabajando desde los 16, Vanessa Domínguez habla clarísimo. Lleva tres años en paro y tras agotar el subsidio de desempleo y la ayuda familiar, hace nueve meses que vive sin ingresos. “Las estoy pasando canutas, menos mal que me ayuda mi madre”, dice. El problema es que su madre también “echa una manilla” a otro de sus tres hermanos. Vanessa tiene dos hijos, de seis y 13 años, a quienes no esconde su situación, “tienen que saberlo, saben que la yaya nos ayuda”.
Su caso comienza a ser desesperado, porque, además, está amenazada de desahucio por no pagar el piso. Vanessa vive en el barrio de Ciutat Meridiana, en la periferia de Barcelona, el que más órdenes de ejecución tiene pendientes: 400 este año. Se producen no menos de dos a la semana, sobre todo de familias de inmigrantes que compraron pisos sobretasados cuando tenían trabajo y hoy no los pueden pagar, pese a que su valor ha caído a una cuarta parte. Esta madre soltera está, pues, rodeada de casos como el suyo. “¿De qué vivo?, de sobrevivir”, explicaba la semana pasada un vecino de Vanessa a este mismo periódico.
El testimonio de Vanessa da cuenta de hasta qué punto se calcula euro a euro cuando no entra nada. Por ejemplo, rechazó una beca para que su pequeño fuera de colonias, “porque tendría que gastar en la mochila y el saco”. Prefirió un bono de comedor, porque aunque las organizaciones dan comida, considera que “un niño no puede alimentarse solo de pasta y tomate, necesita carne, pescado…”. También se lo piensa dos veces cada vez que tiene que desplazarse al centro de Barcelona: “Si haces cursos te mandan de aquí para allá y la tarjeta del metro cuesta 10 euros, ¿a mí de qué me sirve un curso de Internet si soy panadera?, con 10 euros prefiero comprar leche”, inquiere. Antes de quedarse en paro era la responsable de cuatro panaderías, se conoce todos los rincones del oficio.
Vanessa está luchando por alguna ayuda. “No es justo, mientras tuve trabajo nunca pedí nada por ser madre soltera”, repite. “He visto a mis padres trabajar toda la vida, yo salía de un trabajo y me iba a otro, he trabajado de lunes a lunes, librando solo el domingo por la tarde, y nunca he pedido nada”.
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