Bruselas pide a Berlín subidas de sueldos para activar el consumo
La Comisión Europea solicita a la locomotora germana que aliente el gasto El comisario Olli Rehn reclama a París detalles de su plan contra el déficit
Las reclamaciones que desde hace tiempo y desde distintas latitudes se le hacen a Alemania para que incremente los salarios de sus trabajadores y que consuma más, un tándem que debería tirar del crecimiento en el resto de la Unión, han llegado a Bruselas. Dada la bonanza económica y las buenas cifras macroeconómicas de que goza la locomotora germana, la Comisión ha pedido por escrito al Gobierno alemán que recompense la mejora de la productividad de sus trabajadores con aumentos salariales que engrasen el sistema. “La economía no puede mejorar si la gente no compra a los demás”, señala el comisario de Empleo, Lazslo Andor.
Berlín tiene sus grandes cifras bajo control, lo que le hace acreedor a salir del procedimiento de déficit excesivo que coloca sobre él la lupa de la Comisión. Alemania redujo su déficit del 4,3% del producto interior bruto (PIB) en 2010 al 1% en 2011, superando con mucho el límite del 3% que debería haber alcanzado en 2013. El déficit va a seguir en el 1% en el actual ejercicio y caerá al 0,5% en 2013. Magnitudes increíbles para otros, que solo en lo relativo al endeudamiento guardan todavía ciertas semejanzas: 81,2% del PIB en 2011, 82% en 2012 y 80% en 2013, principio de una tendencia que Bruselas ve de continua reducción.
Bruselas ve también ciertos desequilibrios en la primera economía de la UE y hace recomendaciones de las que el vicepresidente de la Comisión, Olli Rehn, quiso ayer subrayar tres.
“Alemania debe incrementar los salarios en vista de los incrementos de productividad para que así se incremente la demanda interna”, dijo el comisario de Asuntos Económico. También instó a Alemania a incrementar la inversión en investigación y desarrollo y a aumentar la participación de la mujer en el mercado de trabajo, una carencia fruto de la disuasión fiscal a hogares con dos ingresos y a la falta de guarderías y colegios con jornada continuada.
La petición de Rehn sobre los salarios fue secundada por el comisario Andor. “Donde la productividad aumente deben aumentar los salarios” para que esa liquidez lubrique todo el sistema, explicó el responsable de Empleo y Asuntos Sociales. “La economía no puede mejorar si la gente no compra a los demás”.
Entre los desafíos que en el futuro esperan a Alemania no es el menor el demográfico, con su corolario de una menor disponibilidad de fuerza de trabajo que podría comerse los beneficios de la mayor productividad. Valora Bruselas los esfuerzos de Berlín para atraer trabajadores cualificados del exterior al tiempo que critica los llamados minijobs por incrementar las desigualdades entre los trabajadores.
Si al otro lado del Rin hay un horizonte económico muy despejado, la incertidumbre se cierne sobre la Francia de François Hollande, segunda economía de la zona euro. “Aunque el objetivo del 4,4% del PIB parece alcanzable, la distancia hasta el umbral del 3% sigue siendo importante”, se lee en las valoraciones de la Comisión. “En este contexto y dadas las tensiones sobre las deudas soberanas, las autoridades francesas necesitan concretar las medidas para garantizar la corrección del déficit excesivo en 2013”, añade.
Rehn espera que Francia cumpla sus compromisos. Pero Hollande se otorga cierto margen. Interrogado al concluir el pasado Consejo Europeo sobre el límite del 3% en 2013, el presidente respondió: “Dependerá del crecimiento en 2013. Si es del 1,7% será más factible”. Bruselas prevé para Francia un crecimiento del 1,3% en 2013.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.