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El FMI busca un pacto para disponer de más dinero y ayudar a Europa

La eurozona queda fuera de la mejora económica global augurada para 2012

Alicia González
Christine Lagarde, el 12 de abril en una conferencia en Washington.
Christine Lagarde, el 12 de abril en una conferencia en Washington.CHIP SOMODEVILLA (AFP)

En su informe semanal, los economistas de BNP Paribas recuerdan que Sherezade tenía que contar una historia diferente cada noche para seguir con vida. Ellos agradecen que su profesión no esté en una situación similar “porque llevamos contando una y otra vez la misma historia desde hace 890 días, cuando estalló la crisis de Grecia en noviembre de 2009”. En realidad, ya empieza a convertirse casi en una tradición que las asambleas que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) celebran dos veces al año vayan precedidas de un repunte en la crisis soberana europea. Así ha sido, al menos, en los dos últimos años y la reunión de esta primavera no va a romper el conjuro. Con la mirada puesta en los mercados europeos, el FMI arranca este martes sus reuniones sin un acuerdo con los países miembros para aumentar sus aportaciones al Fondo y, con ello, la contribución del organismo al plan de rescate que dote a la zona euro de un cortafuegos efectivo para superar la crisis.

El FMI se había marcado como objetivo lograr fondos por 500.000 millones para aumentar su capacidad de préstamo y aislar un episodio de crisis en alguno de los grandes países europeos. Pero esa cifra parece que quedará finalmente más cerca de los 400.000 millones, según distintas agencias, lo que rebaja su capacidad de crédito efectivo a unos 320.000 millones, ya que el organismo solo puede prestar el 80% de los recursos de que dispone.

La directora del Fondo, Christine Lagarde, volvió a insistir el pasado jueves en Washington en la necesidad de aumentar los recursos para ayudar a “todos” sus miembros y atender “todas” sus necesidades, dos palabras subrayadas expresamente en las notas preparadas de su discurso. Pero la propia Lagarde vino a reconocer un cierto fracaso al rebajar las expectativas de la próxima asamblea. “Las necesidades ahora pueden no ser tan grandes como habíamos estimado a comienzos de este año. Pero, no nos equivoquemos: los riesgos y las necesidades son aún considerables y sería imprudente pensar de otra forma”.

Guindos defenderá en Washington las reformas del Gobierno de Rajoy

EE UU y China creen que Europa debía haber creado un cortafuegos propio cercano al billón de euros y no los 700.000 millones que el Ecofin aprobó in extremis a finales de marzo y que, además, tienen un carácter temporal, ya que en julio de 2013, cuando expire el mecanismo de rescate actual, volverá a su anterior cifra de 500.000 millones de euros. Los países emergentes, por su parte, quieren que el aumento de recursos vaya acompañado de un mayor poder de voto en el organismo, ya que los acuerdos de 2010 de reparto de cuotas todavía no se han hecho efectivos. Y ahí es a Europa a quien le toca ceder poder y se resiste. En todo caso, cualquier acuerdo con este grupo deberá ser previsiblemente ratificado en la reunión del G-20, lo que traslada un posible acuerdo a junio.

Pero el protagonismo europeo en la asamblea no va a acabar aquí. Su respuesta a la crisis, el exhaustivo plan de austeridad que está aplicando simultáneamente toda la región, será sometida a examen por los responsables del Fondo, toda vez que sus resultados en términos de crecimiento, cuando menos, dejan mucho que desear. En sus nuevas perspectivas económicas mundiales, el FMI va a revisar al alza las previsiones de crecimiento de las principales economías mundiales, con los emergentes ocupando cada vez mayor liderazgo en el crecimiento mundial y con una recuperación de EE UU más vigorosa de lo previsto el pasado otoño. Solo la eurozona va a quedar relegada de esa mejoría y los responsables del Fondo y de otros organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarollo Económico (OCDE), ya han recomendado moderar la política de ajustes.

Sobre este punto, Lagarde volvió la semana pasada: “En las economías desarrolladas especialmente, el ajuste fiscal es especial. Pero el ritmo de ajuste importa y debe adaptarse a las características específicas de cada país”. El mensaje no iba dirigido a España, pero se adapta perfectamente a la situación que atraviesa el país, protagonista involuntario del último episodio de la crisis europea. Será el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien defenderá ante sus colegas los planes llevados a cabo por el Gobierno, el compromiso del Ejecutivo con el ajuste y las reformas y la relativa buena salud de la economía española. La más que previsible rebaja de previsiones para España no le facilitará la tarea.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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