Las hipotecas a las familias registran su menor crecimiento en los últimos 13 años

Las hipotecas que bancos y cajas conceden a las familias han cerrado junio con una subida interanual del 0,9%, su menor avance en los últimos 13 años por culpa de la restricción del crédito que han traído acarreada las turbulencias de liquidez en los mercados internacionales. En paralelo a esta evolución a la baja, los préstamos al consumo han registrado su primer dato negativo en el mismo periodo con un descenso del 1% con 234.982 millones pese a las diversas medidas puestas en marcha tanto desde el Gobierno como desde el Banco Central Europeo para reactivar la financiación a un precio acorde con los bajos tipos de interés.

Según los últimos datos publicados por el Banco de España en su boletín de julio, la banca tiene prestados a los hogares 670.112 millones de euros para comprar una casa, una cifra que si bien supera a la del mismo mes de 2008, continúa cayendo con respecto a los meses anteriores. De hecho, las entidades llevan reduciendo el dinero que dan a las familias para este tipo de préstamos desde enero, cuando rompieron con años de subidas ininterrumpidas.

De seguir a este ritmo, que no parece que vaya a cambiar ante el endurecimiento de las condiciones para acceder al crédito por parte de las entidades pese a que según la última encuesta del Banco de España publicada en su boletín de julio se prevé un ligero aumento de la demanda en los próximos meses, las hipotecas volverán del verano con tasas de crecimiento negativo, tal y como ya ocurre con los préstamos al consumo.

La concesión de hipotecas ha ido desacelerándose desde que a finales de 2006 alcanzase un ritmo récord de crecimiento por encima del 20% interanual en paralelo a la evolución del mercado inmobiliario español, que tras tocar niveles máximos en este año fue perdiendo fuelle a lo largo de 2007 para acabar estallando en 2008.

El resultado, ya de sobra conocido, fue la combinación perfecta para cerrar el grifo del dinero de una fuerte paralización de las ventas, el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito para evitar posibles impagos y la reducción de las cantidades prestadas a las familias. Un conjunto de factores al que hay que unir el deterioro generalizado de la economía ya que, según insisten las entidades, lo normal es que el crédito crezca en la misma proporción que el PIB nominal, que actualmente se está contrayendo.