Deslumbrante hasta el final
Iniciada su trayectoria pictórica tras la Guerra Civil, Antoni Tàpies, como todos los jóvenes con voluntad de innovación en esos momentos históricos oscuros, se inclinó en primera instancia por el surrealismo, una forma de conectar con la vanguardia artística abruptamente interrumpida. Fue entonces, en la segunda mitad de la década de 1940, cuando Tàpies y algunos de sus colegas de Barcelona fundaron Dau al Set, uno de los primeros núcleos de renovación artística española de la posguerra.
No obstante, Tàpies solo fue Tàpies a partir del comienzo de la siguiente década, cuando, tras visitar París, no solo quedó prendado con la pintura abstracta francesa, sino que se convirtió enseguida en uno de los mejores representantes europeos del informalismo, la versión europea del expresionismo abstracto americano. Desde este nuevo lenguaje, Tàpies supo combinar las cualidades matéricas y gestuales de la pintura informalista con algunas características de la Escuela Española tradicional, y, en especial, con la sensualidad torturada y el tratamiento de la textura con la que trabajó otro gran pintor mediterráneo del pasado como fue José de Ribera. Aunque alcanzó dentro de este lenguaje un extraordinario refinamiento, Tàpies siguió explorando las posibilidades de la materia y hasta del objeto al mismo tiempo que los artistas italianos del Arte Povera, un índice de su constante inquietud.
Famoso internacionalmente a partir de la década de 1950, Tàpies, absorbido por su trabajo, vivió siempre muy recluido en su taller, donde produjo hasta el final una obra deslumbrante. Esta reclusión casi monacal en su arte no significó, sin embargo, un apartamiento de otros compromisos culturales y cívicos.
La obra que realizó durante más de medio siglo mantuvo siempre unos niveles de exigencia y calidad verdaderamente extraordinarios, que lo han convertido no solo en uno de los artistas españoles más importantes del siglo XX, lo que ya es mucho decir, sino, sin duda, en uno de los artistas europeos más singulares y relevantes de esta misma centuria.
En estos últimos meses, cuando continuaba en la brega incluso en medio de graves dificultades corporales, se pudo ver y se puede ver todavía en Madrid algunos testimonios de su inigualable estilo, que es una de las más brillantes manifestaciones artísticas que se han podido dar en nuestro país. A pesar de esa capacidad de ensimismamiento obsesiva, Tàpies exploró mundos artísticos muy diversos, como la pintura, el collage, la escultura y todas las posibilidades del tratamiento de lo objetual.
Babelia
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