El inútil más famoso de la historia del cine
EL PAÍS entrega mañana 'El guateque', de Blake Edwards, con Peter Sellers
¿La cena de los idiotas? Bebe de El guateque. ¿The artist? Se inspira en El guateque. ¿Promoción fantasma, El jovencito Frankenstein, Los productores, las películas de Steve Carrell? El guateque, El guateque, El guateque. Blake Edwards y Peter Sellers. Ahí queda esa pinza, un hito en la comedia, una pareja que ha dado momentos gloriosos a la Historia del Cine... y la única vez que no hicieron un filme de la saga La Pantera Rosa.
En estos tiempos de relanzamiento del cine mudo, de la comedia alocada protagonizada por tipos serios, inmersos en un huracán vital, o alelados que no entienden lo que les rodea, El guateque es la referencia. De la inutilidad de su protagonista, Hrundi V. Bakshi, un extra en una película de Hollywood, a su triunfo y autodestrucción en una fiesta exclusiva de la industria cinematográfica, solo hay un paso. O dos, o tres, o tropezones, que es como va por la vida Bakshi, sin enterarse de la muerte y destrucción que deja a su paso, un descontrol que el espectador ve con más vergüenza ajena que carcajada limpia.
El espectador asiste al descontrol con más vergüenza ajena que risa
Peter Sellers podría haber sido uno de los más grandes mimos de la historia. Trabajador obsesivo compulsivo, actor atento a los matices al que sin embargo había que atar en corto, su talento se ve en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, El guateque y Bienvenido, Mr. Chance, que probablemente son sus películas más estoicas. Más aún, Bienvenido, Mr. Chance, su penúltimo largometraje, proyecta el dolor que escondía en su interior, su frustración contenida, su rabia vital, a través de los ojos muertos de alguien que asciende al poder sin buscarlo. Desgraciadamente, Sellers murió con 54 años de un ataque al corazón (ya había sufrido otros antes), en el momento en que él y The Beatles eran los ingleses más populares.
El guateque esconde a un actor de aparentes movimientos fluidos, que parece hacer su trabajo como quien no quiere la cosa. Sellers, en realidad, procedía de una familia de actores y era dueño de una técnica impecable. La comedia se rodó en planos secuencia, que empujan la acción hacia el delirio, que provocan que el público se enganche a la pantalla, porque detrás de Bakshi todo puede pasar, y porque, en el fondo, ¿quién no ha tirado alguna vez una copa en una fiesta?
Babelia
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