La sombra de Muñoz Ramonet
Carmen Escrivà de Romani Muñoz es la persona que representa al grupo Inmogaudir en toda la documentación de la planificación urbanística de Can Batlló. Es nieta del fundador de la colonia textil, Julio Muñoz Ramonet, que, a su muerte, en 1991, cedió al Ayuntamiento de Barcelona un fabuloso legado patrimonial: dos fincas de su propiedad, un palacete en la calle de Muntaner y otro edificio en la de Avenir. Y con todo ello, su contenido, en el que estaba incluida una colección de 500 pinturas, con obras tan importantes como La Virgen del Pilar, de Goya, y La Anunciación, de El Greco. La condición que puso el empresario -huido de la justicia española y que falleció en Suiza- es que el Ayuntamiento velara por el legado. Algo que, por ahora, no ha podido hacer ya que las herederas se negaron a dar carta de validez a las voluntades del industrial y recurrieron a la justicia.
Los tribunales, por ahora, han reconocido la autenticidad del testamento. El asunto no está zanjado todavía, ya que falta una última sentencia del Tribunal Superior al que recurrieron las herederas. Mientras, además, no se ha podido comprobar si en el interior de los inmuebles está todo lo inventariado en 1971. Y, de hecho, en abril pasado, la Guardia Civil intervino un greco y un goya -que formaban parte del legado del Ayuntamiento- que aparecieron en Alicante tras desaparecer del palacete de la calle de Muntaner.
Con todos esos antecedentes, no es de extrañar que la relación entre el Ayuntamiento de Barcelona y la familia que controla la inmobiliaria que proyecta Can Batlló -en manos de herederos de Muñoz Ramonet- haya podido tener sus más y sus menos. Sobre todo cuando sobre la mesa hay argumentos patrimoniales.
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