Recortes sangrantes
La ópera, espectáculo caro que precisa de grandes colectivos para su puesta en escena, por fuerza no podía quedar al margen de los recortes presupuestarios provocados por la crisis, máxime cuando estos recortes han llegado ya a territorios tan sensibles y primordiales como la sanidad o la educación. Los ajustes, en mayor o menor medida, se han producido en todos los teatros europeos y el Liceo no podía ser la excepción.
Hay, sin embargo, en el caso del teatro lírico barcelonés, un dato específico particularmente sangrante: la caída del patrocinio privado. De 6,9 millones de euros durante la temporada 2007-2008 se ha pasado a 4,5 en la actual, lo que supone una reducción de más del 30%. En el Teatro Real de Madrid el monto de esta aportación para la presente temporada es de 7 millones. La comparación de las dos cantidades hace sospechar que en Barcelona no se está cuidando esta parcela con el esmero que convendría.
Cuando el ajuste presupuestario supera los 10 millones de euros en apenas dos años -de unos 60 millones de la temporada 2008/2009 a los actuales 48,4-, seguramente la única salida que queda para no incurrir en un déficit insoportable es un ERE. Ni qué decir tiene que tal medida representa un drama para el personal de plantilla que lo soporta. Pero es que además perjudica seriamente al prestigio internacional del teatro, obligado a suprimir títulos de la programación y a deshacer contratos con artistas firmados con años de antelación. En tales circunstancias, de los actuales gestores del teatro no cabe reclamar más que la mayor previsión posible de manera que las cancelaciones no se produzcan cuando ya se están vendiendo entradas para unos espectáculos que nunca subirán a escena.
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