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Raúl Castro decepciona al posponer la apertura de la política migratoria

El régimen cubano anuncia el indulto de 2.900 presos por delitos menores

Las expectativas acabaron en frustración. El vaticinio, lanzado desde redes sociales cercanas al Gobierno cubano, de que Raúl Castro anunciaría el sábado una flexibilización de las restricciones migratorias no se cumplió, y los cubanos seguirán sin poder salir o entrar libremente en la isla. En cambio, el presidente aprovechó su discurso ante la Asamblea Nacional para anunciar la excarcelación de 2.900 presos condenados por delitos menores, el mayor indulto en los últimos años. Se trata de un "gesto humanitario" del régimen ante la visita a La Habana, en marzo, de Benedicto XVI.

En realidad, pocos apostaban por una liberalización total de los movimientos, pero sí quizás un relajamiento de las duras limitaciones a la hora de viajar. En su lugar, Raúl Castro esgrimió "las circunstancias excepcionales" que vive Cuba por "la política injerencista y subversiva del Gobierno de EE UU" para posponer los cambios "en esta compleja temática", que él mismo había anunciado hace meses y que llegarán en el futuro de forma "paulatina". En juego está, dijo, "el destino de la Revolución y la Patria".

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"Es una medida cosmética y mezquina", dice Elizardo Sánchez
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"Estas palabras demuestran que el régimen tiene mucho temor. Es lo habitual: Castro anuncia medidas, y luego siempre las está demorando", asegura el escritor Antonio José Ponte, vicedirector del portal Diario de Cuba. "La reforma de la ley migratoria toca el centro de la política cubana, porque supone derribar las barreras que se han colocado durante más de medio siglo. A cambio, te dan esa medida de excarcelación, que es positiva, pero poco esencial para lo que está pasando y para las aspiraciones de la gente. De ahí la frustración".

El indulto afecta a 2.900 presos que han cumplido ya la mayor parte de la pena. Además, se han tomado en cuenta otras circunstancias como la edad, la salud y el buen comportamiento. Los disidentes se alegran por la noticia, pero la consideran insuficiente. "Es una medida cosmética y mezquina", aseguraba en La Habana Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos, que recordaba que las cerca de 200 cárceles de la isla encierran a más de 70.000 presos. "Es una mera excusa para entretener a la opinión internacional", argumentó.

La decisión, según algunas fuentes, se ha tomado a instancias de la Iglesia, que esperaba un gesto del régimen ante el próximo viaje papal a La Habana. Hay antecedentes: para la visita de Juan Pablo II, en 1998, el régimen excarceló a 200 reclusos. "La junta militar siempre ha tenido a bien soltar presos con motivo de la visita de un jefe de Estado", afirma Regis Iglesias, uno de los 75 disidentes detenidos durante la Primavera Negra de 2003, que purgó siete años antes de ser desterrado a España. "Ahora es un grupo bastante amplio, y nos alegramos, pero el problema fundamental de los cubanos no se va a resolver con un indulto". Para Iglesias, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación, lo primero es derogar "las leyes draconianas y segregacionistas que han puesto en la cárcel a decenas de miles de cubanos. Y luego, decretar una amnistía, y no solo por delitos políticos. Hay muchos presos por delitos económicos debido a la escasez y las carencias. Yo tuve compañeros condenados a 20 años por coger un racimo de plátanos. No hay leyes justas, ni tribunales imparciales, ni garantías".

"El indulto es un gesto que no afecta a lo esencial", sostiene el médico Antonio Guedes, vicepresidente de la Unión Liberal Cubana. "Lo que vemos es que en Cuba no hay cambios fundamentales, y los que hay, por ejemplo en el plano económico, son demasiado lentos y dispersos. En suma: no hay voluntad real de cambio, y sí miedo de parte del régimen".

Entre los indultados hay 86 ciudadanos extranjeros. Y una ausencia llamativa: Alan Gross, un estadounidense de 62 años, detenido en La Habana en 2009 y condenado a 15 años el pasado marzo. Gross repartía equipos de telecomunicación a judíos cubanos para que tuvieran un acceso más fácil a Internet. La Habana le acusa de intentar establecer redes informáticas en la isla para facilitar la caída del régimen. Washington considera que ha sido detenido por motivos políticos. El Departamento de Estado manifestó ayer su "profunda decepción" ante esta ausencia, informa David Alandete. El caso complica aún más las relaciones bilaterales y todo apunta a que La Habana pretende canjearlo por cinco espías cubanos condenados en EE UU.

El presidente cubano, Raúl Castro, rodeado de diputados el sábado en la Asamblea Nacional.
El presidente cubano, Raúl Castro, rodeado de diputados el sábado en la Asamblea Nacional.ISMAEL FRANCISCO (AP)

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