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Los Juegos Olímpicos de Shakespeare

Londres acoge un ambicioso proyecto sin precedentes: la representación de las 37 obras del Bardo a cargo de compañías provenientes de otros tantos países

Ser o no ser, Être, ou ne pas être, Sein oder Nichtsein... ¿Qué se pierde, pero sobre todo cuánto se gana, en la interpretación de la obra de William Shakespeare desde otras latitudes, servida por actores no ingleses en su idioma natal y nutridas de su propio acervo? Ni siquiera la imposibilidad de plasmar toda la riqueza de la lengua inglesa que entrañan las traducciones al español, francés, alemán o también al maorí supone un verdadero escollo. El Bardo es "el mejor poeta y escritor de todos los tiempos e, incluso cuando no puedes entender cada una de sus palabras, siempre puedes seguirlo a través de las emociones", subraya Tom Bird, responsable del festival Globe to Globe, un proyecto que congregará en Londres a 37 compañías internacionales -tantas como las piezas que firmó Shakespeare- para brindar su propia visión sobre el legado universal del inmenso dramaturgo.

La idea es subrayar la naturaleza del dramaturgo como icono global

El teatro The Globe, una réplica moderna de la sede donde Shakespeare (1564-1616) estrenó sus principales obras a orillas del Támesis, va a convertirse la próxima primavera en una torre de Babel.

Comediantes de orígenes tan diversos como Sudáfrica, las antípodas o China trasladarán a ese escenario inspirado en la Inglaterra isabelina sus originales versiones del universo shakespeariano. Los tiempos modernos procuran la ventaja de la rotulación con subtítulos cuando se trata de un Hamlet en lituano, El mercader de Venecia que habla hebreo o el Ricardo II recreado por una compañía palestina de Ramala. Y la mesura de los precios de las entradas (entre seis y 42 euros) contribuirá a esa celebración de la vocación multicultural de Londres que quiere destacar la cita olímpica de 2012.

"Shakespeare sigue atrayendo a gentes de todo el planeta, que aportan a su obra un prisma cultural, político y social diferente y enriquecedor", afirma Bird. El director del Globe to Globe destaca con especial orgullo la participación en esa iniciativa de una jovencísima nación, nacida tan solo el año pasado bajo el nombre de Sudán del Sur. Si Cimbelino relata la historia del rey bretón y su díscola hija Imogen, la producción de este drama que propone el país africano ha logrado integrar en la historia los traumas de medio siglo de guerra civil en tierras sudanesas.

También tienen su proyección los conflictos bélicos que arrasaron los Balcanes a finales del siglo XX. Porque las tres obras englobadas bajo el título Enrique VI corren a cargo de compañías de Serbia, Albania y Macedonia. El baile de los guerreros aborígenes de Nueva Zelanda que tan bien conocen los aficionados al rugby (la haka) compartirá espacio sobre las tablas del Globe con La Comedia de los Errores, de la mano de los artistas afganos de Roy-e-Sabs, en su primera incursión exterior desde la invasión del país. Y el teatro español aportará en mayo su pieza a ese caleidoscopio multinacional con la particular propuesta de la compañía madrileña Rakatá sobre la obra Enrique VIII.

A pesar de las constantes celebraciones de su figura, William Shakespeare sigue siendo objeto de toda suerte de teorías conspirativas que no creen posible cómo el hijo de un vulgar comerciante de provincias fue capaz de reflejar el mundo de la corte y sus pulsos políticos y humanos con una pluma tan excelsa. En vísperas del estreno del Globe to Globe, el cine acaba de recrear en la película Anonymus la hipótesis de que el autor de su producción fue en realidad su coetáneo Edward de Vere, conde de Oxford. "Es completamente ridículo. Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon y escribió todas sus obras", zanja Bird sobre la eterna polémica que solo consigue reavivar el interés por el personaje.

La cascada de artículos de opinión que desató el estreno condujo a una conclusión. ¿Realmente importa si Shakespeare escribió sus obras o la vigencia de estas? De ella hay pruebas recurrentes. Recientemente se publicó una encuesta en Reino Unido sobre lo que sus ciudadanos consideran tesoros nacionales. El Bardo figura a la cabeza, por delante de la monarquía, la Union Jack o esa libra a la que siguen aferrados. De su carácter universal da fe, en palabras de Bird, "esa especie de milagro que lo convierte en un autor tan popular en todo el mundo". ¿La clave? "Creo que sus obras encarnan el examen más exhaustivo escrito nunca sobre la condición humana".

Montaje de<i> Enrique VIII </i>en el Globe Theatre de Londres en 2010. Durante la representación de la obra en 1613 ardió el teatro original y el texto se consideró durante siglos un tabú.
Montaje de Enrique VIII en el Globe Theatre de Londres en 2010. Durante la representación de la obra en 1613 ardió el teatro original y el texto se consideró durante siglos un tabú.CORDON PRESS

Embajada española

Volcada en la adaptación de los clásicos del Siglo de Oro a las claves nuestro tiempo, la compañía independiente Rakatá es la invitada del teatro The Globe para escenificar la visión hispana del universo de Shakespeare. La obra elegida es Enrique VIII, ese rey de Inglaterra que tuvo seis esposas, la primera de ellasCatalina de Aragón, a costa de romper con el Vaticano. Por primera vez, el dramaturgo accede a "legitimar las acciones de un monarca que alumbra el nacimiento del gran imperio", explica Rodrigo Arribas, cofundador de la compañía madrileña.

Si el Bardo se vio forzado a imprimir "tintes propagandísticos" a una pieza escrita durante el reinado de Isabel I (hija de Enrique VIII), la puesta en escena de Rakatá "buscará la esencia humana", no la justificación política, del comportamiento del rey.

El divorcio de Catalina, hija de los Reyes Católicos, encarna en esa producción hablada en español "la ruptura con un mundo medieval", explica Arribas, pero sobre todo se ha buscado "dar cuerpo de carne y hueso a los personajes". Una puesta en escena que no permite grandes alardes en el Globe convertirá la función en "un trabajo de actores por encima de todo". Con la vista puesta en la situación española, el actor considera "envidiable" que los ingleses hayan concebido ese proyecto de difusión de la figura de Shakespeare y alaba su ausencia de "chauvinismo".

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