Refriega orquestada
La Generalitat no debe convertir al Gobierno central en único culpable de su falta de liquidez
Los ajustes presupuestarios ejecutados por el Gobierno central y las comunidades autónomas están provocando tensiones políticas de especial virulencia entre Madrid y Barcelona. La Generalitat no ha recibido de Hacienda una partida de 759 millones de euros correspondientes a la adicional tercera del Estatuto y consignados en los Presupuestos Generales de 2011; esta circunstancia aumentará el déficit autonómico catalán, según el Govern, desde el 2,6% previsto al 3%. De forma imprudente, el gobierno de Artur Mas ha convertido esos 759 millones en un nuevo caballo de batalla contra la Administración central, que están pagando ya grupos y personas no implicados en el conflicto. La crisis de tesorería, propia de meses como diciembre, ha obligado a la Generalitat a retrasar la paga extra de los más de 200.000 trabajadores públicos de Cataluña.
Convergencia i Unió no ha desperdiciado la ocasión para convertir el incumplimiento de Hacienda en un nuevo argumento de agitación soberanista, con una puesta en escena que incluye el recurso a los tribunales. Nada hay que oponer a que una comunidad autónoma considere que sus intereses no se han respetado. El caso de los 759 millones de la adicional tercera del Estatuto es claro y admite pocas interpretaciones, contrariamente a los sucedido con los 1.450 millones del fondo de competitividad. Pero la Generalitat es responsable de la gestión pública en Cataluña y su prioridad esencial es resolver los conflictos; en ningún debe caso ampliarlos y enconarlos. De las declaraciones y réplicas en torno a este asunto se desprende, hasta ahora, una protesta radical de los funcionarios y la pérdida de margen de maniobra para resolver el conflicto por vía pacífica. No es descabellado concluir que la Generalitat ha querido ponerse de perfil en su conflicto con los funcionarios para señalar al Gobierno en funciones como único culpable.
Las consecuencias de la crisis financiera son un ajuste estricto del gasto para reducir el déficit y la deuda. El Banco de España da cuenta de que el esfuerzo político de contracción presupuestaria ha conseguido congelar la deuda en el 66% del PIB durante el tercer trimestre. Es significativo que la deuda catalana haya crecido tres décimas durante el periodo respecto al PIB. Artur Mas y su equipo económico tienen que aceptar que quedan ajustes por aplicar y que no es una política recomendable convertir al Gobierno central en responsable único y último de dichos ajustes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Economía inclusiva o desigualdades
¿Es Trump el problema? El comercio interior europeo se contrae mientras crece fuera de la UE
Los trabajadores mayores de 55 años se quedan atrás en la mejora del mercado laboral
Lo mejor de ‘Hoy en EL PAÍS’ | Tutelas sin juez: la ley que deja a las familias indefensas
Lo más visto
- Europa entra en estado de alerta ante la embestida estratégica de Trump
- ¿Qué pasa si uno solo de los ganadores del Gordo de Villamanín decide denunciar?
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social
- El giro del PP con Vox: de prometer no gobernar con la extrema derecha a normalizarlo tras el resultado en Extremadura




























































