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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Extraordinario o insuperable

Ha sido un impagable doble regalo navideño. Valery Gergiev ha dirigido en un plazo de 48 horas a la orquesta de la Comunitat Valenciana en un programa de Berlioz y a la del Mariinski de San Petersburgo en un repertorio ruso que va de Mussorgski a Stravinski. El primer concierto ha sido extraordinario; el segundo, insuperable. Con la imponente orquesta valenciana, Gergiev ya había dirigido en versión escénica la ópera Los troyanos, de Berlioz, con una puesta en escena de Carlus Padrissa. Continúa ahora su profundización en el compositor emblemático del romanticismo francés con Romeo y Julieta, una obra de gran originalidad que, además y quizá por ello, se programa muy poco. Con la colaboración del siempre seguro coro de la Generalitat, Gergiev sacó todo el partido musical imaginable a una orquesta de referencia en el panorama español. Fue una versión impecable, rotunda, con una orquesta compacta y de un altísimo nivel artístico en todas las secciones.

VALERY GERGIEV

Orquesta de la Comunitat Valenciana y Coro de la Generalitat Valenciana. Orquesta del teatro Mariinski de San Petersburgo. Con Mijaíl Petrenko, Ekaterina Gubanova y Kenneth Tarver. Obras de Berlioz, Mussorgski y Stravinski. Teatro Real, 11 y 13 de diciembre.

Modélico Mariinski

Lo del concierto ruso con el Mariinski fue otra historia, entre otras razones porque la identificación de orquesta y director en este repertorio es sobrenatural o, si se quiere, llevan esta música en las venas y se nota. Así, en la lectura de Petrouchka la componente rusa quedaba de manifiesto en el color y el ritmo, sonando todo de una forma electrizante como raras veces nos es permitido escuchar. El mismo nivel artístico que rozaba lo irreal se percibió en su modélica interpretación de La consagración de la primavera. Los intercambios culturales entre Rusia y España adquieren con conciertos como este, o con la exposición del Hermitage en el Prado, todo su sentido. Entre los dos ballets de Stravinski, Gergiev, con la precisa e idiomática colaboración del bajo Mijaíl Petrenko, nos regaló una versión profunda y sutil de los Cantos y danzas de la muerte de Mussorgski. Fue una noche inolvidable en la que volvimos a sentir la cultura musical rusa muy cercana y en la que renovamos la admiración hacia un director como Valery Gergiev, que tantas tardes musicales inolvidables ha dejado en escenarios españoles.

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