El PP presiona ahora a Blanco para que no deje cerrado el AVE a Galicia
Los representantes de Rajoy exigen al Gobierno en funciones que no tramite nuevos contratos - El Ministerio de Fomento estudia si atiende la solicitud
Las promesas realizadas por Mariano Rajoy el pasado 3 de septiembre, en el inicio del curso político en el castillo pontevedrés de Soutomaior, comienzan a hacer agua en su tierra natal. Aquel día, arranque oficioso de la precampaña electoral, el futuro presidente del Gobierno se mostró partidario de que el Estado les diese un mayor plazo a las comunidades autónomas para devolver los anticipos a cuenta recibidos de más en ejercicios anteriores (2.500 millones en el caso de Galicia, que encabezó la reclamación). También aquel día Rajoy aseguró que una de sus prioridades sería "finalizar el AVE a Galicia", un tren "real" frente al "AVE de boquilla" que atribuyó a los socialistas.
Las licitaciones previstas en España suman 2.400 millones
Cascos adjudicó, siendo ministro en funciones, un tramo del tren
Ganadas las elecciones, la primera promesa, la del aplazamiento de la deuda, fue diferida por los populares la pasada semana argumentando que antes de poder mantenerla en pie deben conocer de primera mano las cuentas del Estado. Y ahora, con el mismo argumento, se pone en cuestión también el segundo compromiso de Rajoy al desvelarse que el PP ha pedido expresamente al Gobierno en funciones, en el marco de las negociaciones para el traspaso de poderes, que paralice cualquier licitación o adjudicación en marcha, lo que tiene en el AVE gallego a su primera víctima, ya que estos días se deberían adjudicar varios tramos con presupuestos millonarios que no avanzarían en el caso de que Fomento siga ese dictado.
En el caso del tren de alta velocidad, el ministro José Blanco había anunciado el 30 de julio su intención de pedir permiso al ganador de las elecciones, fuese Rajoy o el socialista Rubalcaba, para seguir licitando y adjudicando los tramos pendientes del AVE gallego, la principal inversión en marcha de Fomento, para que no peligrase el objetivo de que la línea esté terminada en 2015, la fecha pactada en su día con Feijóo. El conselleiro de Infraestructuras de la Xunta, Agustín Hernández, veía con buenos ojos ese proceder y daba por descontado que su partido así lo permitiría. Para remachar los compromisos populares con la infraestructura, poco más de un mes después, en Soutomaior, Rajoy aseguraba que "finalizar el AVE a Galicia y pagar el AVE a Galicia" sería "una de las prioridades" de su Gobierno", aunque sin ofrecer ninguna fecha.
Ahora, según confirman fuentes del Gobierno, el Ejecutivo en funciones ha congelado todas las licitaciones y adjudicaciones programadas para estos días tras una "petición expresa, primero informal y luego formal", de los representantes populares en la comisión que negocia el traspaso de poderes. Aunque la decisión de si lo harán tal y como quiere el PP todavía está en el aire. El Gobierno ha pedido a los populares que presenten su petición por escrito e intentará que se salven algunas de las adjudicaciones más urgentes. La paralización afectaría fundamentalmente al Ministerio de Fomento, departamento que acapara el grueso de la inversión estatal. Y entre sus actuaciones en fase de adjudicación la más importante es el AVE gallego, aunque hay otra en similar tesitura en toda España, como la autovía entre Zamora y Benavente.
La línea de alta velocidad entre Madrid y Galicia está en obras entre Valladolid, -hasta donde ya llega el AVE- y el límite de Zamora con la provincia de Ourense. Sin embargo, desde allí hasta la capital provincial hay unos cien kilómetros en los que todavía no se ha movido una piedra. En los últimos meses Fomento licitó las obras de unos 50 kilómetros pendientes por 1.300 millones de euros y comenzó a adjudicarlos: los tramos licitados en mayo se adjudicaron en septiembre, y los de junio lo hicieron en octubre.
Sin embargo, y si Fomento sigue el dictado del PP, los licitados en julio y los meses siguientes ya no se adjudicarán hasta que así lo decida el nuevo Gobierno cuando tome posesión, lo que supondrá como mínimo un retraso de dos meses en una planificación ya de por sí ajustada para que las obras puedan estar terminadas en 2015.
En concreto, en el caso del AVE gallego, las obras licitadas pero cuya adjudicación podría ser paralizada suman unos 1.000 millones de euros. Pero también se paralizarían las licitaciones previstas para finales de este año y principios del próximo, que ascendían a otros 1.400 millones. Desde el Gobierno saliente se critica que el parón reclamado por el PP afectaría incluso a actuaciones que se consideran "ordinarias" como la renovación de contratos de mantenimiento de infraestructuras ferroviarias. Fuentes del Ejecutivo indican que, de paralizarse, los contratos "se podrían realizar perfectamente desde el punto de vista técnico porque los fondos ya estaban comprometidos".
A la espera de que el nuevo Gobierno desbloquee las licitaciones y adjudicaciones del AVE entre Galicia y la Meseta, el todavía ministro en funciones podrá darse el próximo sábado el que con toda probabilidad será su último baño de masas inaugural en su tierra. Ese día se pondrá en servicio la nueva línea de alta velocidad entre Santiago y Ourense, de algo menos de cien kilómetros de longitud y que en su momento continuará hasta Madrid. El grueso de la obra, que ha supuesto una inversión de unos 2.000 millones de euros, fue licitado en el tiempo de descuento de la última legislatura popular por Francisco Álvarez-Cascos, pero no fue hasta la llegada de Blanco a Fomento cuando recibió el impulso definitivo.
De momento, mientras no se complete toda la vía a Madrid, Renfe operará entre Santiago y Ourense con trenes Avant que no prestarán un servicio estrictamente de alta velocidad pero que ya supondrán toda una revolución para la movilidad entre ambas ciudades con sus 220 kilómetros por hora de velocidad punta. Frente a los tres servicios que circulaban hasta ahora con paradas intermedias y que tardaban más de una hora y media, los trenes que se implantarán por la nueva vía circularán otras cinco veces al día en cada sentido, uniendo Ourense y Santiago en 38 minutos. A cambio, el billete se encarecerá entre tres y cinco euros, hasta 13,50. aunque con la posibilidad de adquirir bonos con rebajas que llegan hasta el 57%.
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