Del canto nerudiano al habla
El miércoles estuve con Nicanor. Almorzamos sin apuro en el restorán que está a un costado de la playa chica de Las Cruces, el balneario de la costa central al que se mudó hace unos treinta años. Pocos kilómetros más al norte está Isla Negra, donde aún conserva la casa en que pasó largas temporadas antes de mudarse a esta otra. Isla Negra es la Meca de los nerudianos. En las puertas de la que fuera la casa del Nobel, se ha instalado una verdadera feria de fetiches. Según Nicanor, Pablito, como suele llamar a Neruda, siempre tuvo un puesto para él en la mesa. Dependiendo el día, lo recuerda con admiración y cariño, o cita frases donde el vate le deseaba lo peor. Suele contar que gracias a Neruda Poemas y Antipoemas llegó a puerto. En uno de sus viajes entre Santiago y la costa, Nicanor habría perdido el manuscrito, y Neruda, al saberlo, juró que él lo encontraría. Agarró el teléfono, dice Parra, y movilizó al Partido. "El Partido" era el partido Comunista. Al cabo de unas horas, el manuscrito volvió a sus manos.
Su poesía va de un yo que se toma en serio, a uno inmensamente cínico, capaz de ser muchos
La poesía de Parra, o "antipoesía", si prefieren, le sale al camino a la inmensidad nerudiana. Del canto, al habla. De las metáforas impresionantes a las situaciones y voces cotidianas. De un yo que se toma en serio, a uno inmensamente cínico, capaz de ser muchos a la vez. Pero la revolución antipoética no es simplemente lingüística. Eso es apenas lo primero que se ve, y que en sí no es nada de poco. "ARTE POETICA/la misma de siempre/escribir efectivamente como se habla/lo demás/dejaría de ser literatura". Alguna vez me regaló una bandeja de cartón, de esas en que venden las empanadas y los pasteles, donde con un plumón escribió esta otra: "ARTE POÉTICA/lo 1º sentarse en el piano/& lo de + sería lo de -".
Parra descree de los discursos totalizantes. No le interesan los genios, o bien le interesan tanto como los gasfíteres, las monjas y los desequilibrados. Le llama "capacidad negativa" al hecho de saber colocarse en el lugar de los otros o de las ideas contrarias. Sostiene que ahí radica buena parte del valor de Shakespeare. Con frecuencia defiende que la partida se juega con todas las cartas del naipe. Hasta hace poco andaba obsesionado con los dichos del Guatón Romo, un torturador de tiempos de la dictadura que se refería a una de sus víctimas de modo brutalmente despiadado: "Le sacamos las rechuchas. Comunista, y judía más encima la hueona culiá". Nicanor le llamó "discurso limítrofe".
La antipoesía no está para juzgar al mundo, sino para experimentarlo. Es profundamente democrática, desde el momento que no priva a nadie de su razón de ser. "Capitalistas y Socialistas/del mundo uníos/antes que sea demasiado tarde". "Cueca chilena/Letra de Salvador Allende/Música de Augusto Pinochet". Se supone que no toma partido, aunque, sin alharacas, muchas veces los tome. "CANCIÓN PROTESTA/ Los pollitos dicen/pío pío pío/porque tienen hambre/porque tienen frío...". Ha promovido la economía mapuche de subsistencia, es decir, levantarse con la luz y acostarse con la oscuridad, respetar la naturaleza en lugar de exprimirla, etc., etc.
No hay espacio aquí para desarrollar las mil complejidades sobre las que se monta esta poesía "sencilla", en mi parecer, una de las más interesantes del mundo.
Últimamente, Nicanor escucha tangos. Los escucha como si hubieran recién aparecido, y cuando recita sus letras, sin énfasis alguno, simplemente con la sorpresa del descubridor, recuperan toda su fuerza transgresora. Como por obra de magia, desempolva lugares comunes hasta conseguir hacerlos brillar. Escucha a los niños e impajaritablemente les halla la razón. Uno de sus nietos le dijo un día: "Si yo fuera gato, en lugar de miau, diría guau". Entonces Parra se toma la cabeza con las manos, y aúlla.
Patricio Fernández es escritor y periodista chileno y dirige la revista The Clinic. http://blogs.elpais.com/lejos-de-todo/
Babelia
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