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Cebrián alaba la "confianza" de América Latina frente al "pesimismo" europeo

El presidente de EL PAÍS celebra en Lima el 30º aniversario de 'La República'

"Suelo decir que no me extrañaría que los periódicos de papel desaparezcan". Juan Luis Cebrián, consejero delegado del grupo PRISA y presidente de EL PAÍS, llegó a Lima con un mensaje que puede sonar políticamente incorrecto: había sido invitado con ocasión del 30º aniversario del diario La República, un periódico de papel. El director fundador del EL PAÍS ofreció ayer una conferencia magistral titulada La crisis europea y nuestro futuro económico, pero no pudo evitar, rodeado como estaba de periodistas y estudiantes, hablar sobre la actualidad y el futuro de la comunicación.

Cebrián admitió que el periodismo está en crisis, pero la profesión no está herida de muerte. "Siempre habrá periodistas. Si pensara que el periodismo no tiene futuro, no pagaría los estudios de mi hija", señaló en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Dijo, también, que el futuro de los medios "está totalmente amenazado" y que toca redefinir su papel en el entorno digital. En ese sentido, vaticinó que los periodistas van camino de ser "asesores de los usuarios que buscan información".

Acompañado por Gustavo Mohme, director de La República y tres de los periodistas más reputados del país -César Hildebrandt, Laura Puertas y Augusto Álvarez Rodrich-, Cebrián habló, durante casi una hora -seguida de preguntas- sobre las causas de la crisis económica europea, y señaló como culpables de esta a la clase dirigente. "Es más fallo de los políticos que del mercado", indicó.

El periodista y académico tuvo palabras elogiosas para el desempeño económico de América Latina en general. "Dan ganas de quedarse aquí, impresiona el optimismo, la confianza que tienen en sus países, frente al pesimismo que se ve en Europa. La calidad del liderazgo en muchos países de América Latina ha mejorado mucho en los últimos años", destacó.

Cebrián señaló que "la mayoría de países busca resolver la crisis con ortodoxia neoliberal, cuando esta es la que la generó". Asimismo, consideró que no es exacto afirmar que, como consecuencia del colapso económico, los ciudadanos hayan perdido interés en la política. En su opinión, lo que ha ocurrido es justamente lo inverso: la política ha abandonado a los ciudadanos, y el movimiento de los indignados es un ejemplo de ello. En ese sentido, advirtió de que "la democracia está perdiendo prestigio ante la ciudadanía, porque no resuelve los problemas".

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