El ruido y la furia artística del siglo XX
Carlos Granés recibe en Guadalajara el Premio de Ensayo Isabel Polanco por 'El puño invisible', una obra sobre el triunfo y la asimilación de las vanguardias
"Un libro útil que se lee con facilidad y se olvida con dificultad". Así definió el filósofo y escritor Fernando Savater la obra El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales (Taurus) del antropólogo colombiano Carlos Granés Maya (Bogotá, 1975), que en la noche del domingo (madrugada de ayer, hora peninsular española) recibió en Guadalajara el III Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco. El libro recorre con agilidad cinematográfica las vanguardias artísticas del siglo XX y defiende la tesis de que si bien las revoluciones políticas del siglo pasado fracasaron, las revoluciones culturales triunfaron y conforman nuestro presente.
El presidente de la Fundación Santillana y del grupo Prisa, Ignacio Polanco, hizo entrega del premio a Granés -dotado con 100.000 dólares (75.000 euros) y una escultura de Martín Chirino- en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Polanco subrayó el compromiso del grupo editorial que preside por la cultura en español y su vocación de ser un referente en América Latina, donde está presente en más de 20 países.
El antropólogo cree que la rebeldía no ha desaparecido, sino que ha mutado
Savater calificó el libro de Granés, que se impuso sobre otros 145 manuscritos procedentes de una docena de países, como "una cala en el ruido y la furia del siglo XX, una reflexión magistral y vibrante para recordar un siglo extraordinario, en el que mucho de lo que se ganó y se perdió conforma ahora nuestro mundo".
El autor de El puño invisible explicó que el libro nació cuando se preguntó qué es el impulso revolucionario, "lo que motiva a un grupo de individuos a desafiar la realidad, a tratar de bajar el cielo a la tierra". Concibió entonces una obra que abarcaría la política, la religión y el arte. Empezó por el final y de pronto tuvo una intuición que cambió sus planes, descubrió que "la rebeldía y transgresión de las vanguardias no habían sido sepultadas por la historia, tan solo habían mutado, y estaban presentes en nuestras actitudes de hoy, en lo que nos gusta y lo que no, incluso en lo que vemos en televisión".
Y, ¿cuáles son entonces los pros y los contras del legado de las vanguardias? "La consecuencia positiva", responde Granés, "ha sido desde los años 50 la ampliación de los márgenes de libertad. La negativa, el énfasis en el yo, que ha degenerado en un egoísmo y un desinterés por la cosa pública que ha erosionado el tejido social".
Granés comparte esa elegía de la socialdemocracia que es el libro Toda va mal (Taurus), del politólogo británico Tony Judt y su visión crítica del 68. "He leído todo lo que se ha publicado de Judt en español, empezando por su monumental Postguerra, y me ha influido bastante. Y sí, estoy de acuerdo con su crítica del 68 y de esos niños malcriados cuya angustia social era no poder hacer el amor en las habitaciones de la universidad mientras que en los países del Este de Europa se luchaba por la libertad de verdad".
El antropólogo colombiano llegó a Madrid, donde reside desde hace 11 años, para estudiar en la Universidad Complutense. Sus altas expectativas quedaron defraudadas. "La aborrecí desde que llegué hasta que me gradué. El sistema de estudios, la rutina de la clase magistral del profesor mata la pasión y la curiosidad. No me gustó nada". Granés trabaja desde el pasado octubre en la Cátedra Vargas Llosa de la Fundación Biblioteca Virtual Cervantes, patrocinada por Banco Santander, y no tiene planes de continuar El puño invisible. "Contemplé inicialmente centrarme en América Latina pero son mundos muy distintos. El muralismo mexicano, el tropicalismo brasileño... Suponía concebir una obra inmensa".
Babelia
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