_
_
_
_
ELECCIONES 2011 | Los reductos del voto socialista

El autobús del obrero pasa de largo

En Fuentidueña, uno de los dos únicos municipios de Madrid donde logra Rubalcaba más votos que Rajoy, no cala el mensaje del PP pese a las altas cifras de paro

Juan Diego Quesada

El autobús enfilaba la avenida principal del pueblo cuando aún era de noche. Una cuadrilla de trabajadores esperaba la llegada del autobús del obrero, el que les llevaba a primera hora de la mañana a la riada de zanjas abiertas en Madrid capital. Cada uno tenía un asiento fijo. En la bodega guardaban las herramientas. Tres años después, los mismos que emprendían a diario ese viaje apuran este mediodía un cigarrillo en la puerta de un mesón, con un botellín de cerveza en la mano. Sin nada que hacer.

El panorama en Fuentidueña del Tajo, un pueblo de 2.095 habitantes situado a un lado de la carretera de Valencia, es desolador. La localidad tiene 259 parados (17%). Los trabajadores del campo, a finales de los noventa, dejaron los aperos de labranza para emplearse en la construcción, pero una vez que las obras se estancaron y las grúas se quedaron abandonadas fueron directos a la cola del paro. La destrucción de empleo en los últimos tres años ha sido una de las losas que ha cargado el candidato socialista, el exministro Alfredo Pérez Rubalcaba, en las elecciones que se celebraron el domingo. Rajoy, su contrincante, basó parte de su campaña en prometer reactivar la economía para acelerar la creación de empleo. Ese mensaje llegó a la mayoría de sitios del país pero no caló, en cambio, en Fuentidue-ña, pese a que los hombres y mujeres en edad de trabajar pasan el lunes al sol en la avenida principal.

Más información
Un 'cinturón rojo' de 2.245 vecinos

Este ha sido uno de los dos únicos municipios madrileños (de 179) en los que los socialistas han conseguido más apoyos que el partido de la calle de Génova: 499 votos frente a 450. La realidad es que el municipio, históricamente, ha sido un bastión socialista. De hecho, ha tenido un alcalde de este color político durante 24 años. "¿Se creen que somos tontos?", se pregunta Alberto Martínez, de 36 años, sin empleo después de cerrar un bar donde despachaba 150 comidas diarias. Se ahogó, dice, pagando a ocho camareros, Seguridad Social, proveedores. Tuvo que echar el cierre. Añade: "Este es un pueblo de currantes, de gente humilde. ¿La derecha nos va a rescatar a nosotros, a los trabajadores? El problema es que muchos nuevos ricos de los noventa se pensaban que ya pertenecían a una clase diferente, olvidando que son proletarios".

El corrillo formado por los desempleados va creciendo. Se unen los jubilados. La calle está adornada con propaganda electoral de Cayo Lara (IU) y Rubalcaba. Banderitas y pancartas que cruzan de lado a lado las calles. Ni rastro del semblante de Rajoy. "Es que este pueblo es de izquierdas, coño", interviene un señor. "Sí, pero no tiene industria, no tiene polígonos, no hay nada en lo que trabajar", apunta Ramón Silvestre, de 45. Hace un par de meses cundió la ilusión ante la perspectiva de que iba a abrir en el pueblo un secadero de jamones, pero el proyecto no fraguó. Muchos tienen cara de resignación. "No veo salida, salvo milagro", añade otro.

El terreno del municipio no se cultiva porque desde hace tres años se está implantando un nuevo sistema de riego. El trabajo que podría dar el campo está en cuarentena. La vida se hace llevadera gracias al apoyo familiar. Hombres casados y con hijos viviendo con sus padres. Hermanos con hermanos. Todos bajo el mismo techo.

Pese a que los socialistas han ganado, el PP ha recuperado terreno. Suma ahora 190 votos más, es decir, más del doble respecto a lo que cosechó en las municipales, donde solo obtuvo un concejal. El apoyo de este edil a IU le quitó la alcaldía por primera vez en democracia a los socialistas.

Ese concejal clave se llama Antonio Guijarro: "Fuentidueña es un bastión del socialismo, pero hemos arañado bastantes votos. Hay mucha gente descontenta". ¿Sufre por ser de los únicos municipios donde no ha ganado su partido? "No sufro. En un lugar muy de izquierdas he conseguido un gran avance. A lo mejor dentro de cuatro años se puede mejorar el resultado. Es posible que el pueblo pueda cambiar de ideología".

La alcaldesa, de IU, Aurora Rodríguez, asoma la cabeza tras una pila de papeles que se amontonan en la mesa de su despacho. Se le ve orgullosa por los resultados de su partido a escala nacional (11 escaños en el Congreso), pero atormentada por la tasa de empleo en el municipio, similar sin embargo a la de restos de pueblos de la comarca. Rodríguez trabaja para que se instale una plataforma logística en las afueras del pueblo con capital privado. Es un proyecto complejo, que implica a varias Administraciones, y se trata de que no descarríe, como ocurrió con el secadero de jamones.

Sin embargo, la alcaldesa considera que el pueblo, para volver a retomar el camino, ha de volver a sus raíces: el campo. Y fomentar el cooperativismo entre los vecinos. Algo parecido a lo que se hacía hace 50 años con el vino que se producía en bodegas instaladas en los sótanos de las casas. "Cuando se acabe de implantar el sistema de riego deberíamos crear una comunidad de pequeños agricultores que unidos puedan competir en el mercado. Estamos tan solo a 35 minutos de Mercamadrid. En la región le hemos dado la espalda al campo y nos hemos echado en brazos del ladrillo", sostiene. La alcaldesa, visto lo visto, quiere volver a la época anterior a la del autocar de los obreros. Significa regresar a las raíces, empezar de nuevo, para dar un paso hacia adelante.

Una calle de Fuentidueña del Tajo, uno de los dos municipios madrileños donde ganó el PSOE.
Una calle de Fuentidueña del Tajo, uno de los dos municipios madrileños donde ganó el PSOE.ULY MARTÍN

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_