Un parto de miedo
Quizá el aficionado ortodoxo al cine de terror jamás estará dispuesto a entender (y respetar) la mutación del arquetipo vampírico que proponen la saga de novelas de Stephenie Meyer y sus casi instantáneas adaptaciones cinematográficas. No obstante, el secreto de su éxito no responde a razones arcanas: Crepúsculo parte de algo tan condenado al éxito como la domesticación / neutralización de los componentes transgresores de un mito eterno para el consumo, un tanto acrítico, del mercado adolescente. Al conjunto se suma la mecánica narrativa de la ficción rosa de toda la vida, algunos guiños estéticos al yaoi -el subgénero manga de historias de romance homo-erótico para público femenino- y la traslación al lenguaje de la moda para grandes superficies de la estética gótica. El vampiro vegetariano es, pues, un auténtico signo de los tiempos para esta era que parece promover conceptos tan aparentemente paradójicos como el margarita sin alcohol o la pornografía sin sexo.
LA SAGA CREPÚSCULO: AMANECER (PARTE 1)
Dirección: Bill Condon.
Intérpretes: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Ashley Greene, Peter Facinelli, Billy Burke, Elizabeth Reaser, Jackson Rathbone.
Género: terror. EE UU, 2011.
Duración: 117 minutos.
Primera parte -al modo Harry Potter- de la cuarta y última entrega de la serie, Amanecer proporciona más de lo mismo: una rutinaria traducción del original para unos incondicionales que la celebrarán sí o sí... y buenas dosis de humor involuntario para el escéptico, que aquí podrá regodearse no solo con relamidas líneas de diálogo, sino también con estampas que recrean la grimosa estética del póster romántico de pareja-desnuda-abrazándose-en-el-mar-bajo-la-luz-de-la-luna. El conjunto es agresivamente estático, pero se nutre de Grandes Momentos: la sucesión de una boda muy yaoi -pero sin amor gay-, una luna de miel de resort exclusivo, que explota a conciencia la estética del apocalipsis de alcoba tras un polvo salvaje, y la tensa espera del brutal parto que estalla como toda una invitación a la abstinencia.
Habrá quien se entristezca al ver algunos nombres de prestigio involucrados en tan desganado ejercicio de fastfood visual para adolescentes -Bill Condon, Carter Burwell, Guillermo Navarro-, pero este crítico solo lamenta que los responsables de la franquicia no hayan sido lo bastante valientes como para encargarle el trabajo a Lars von Trier: su épica del sufrimiento femenino y las conexiones Ordet del desenlace hubiesen sido, sin duda, buen material para el danés.
Babelia
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