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PUNTO DE VISTA | ELECCIONES 2011
Columna
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El PP pisa fuerte en la escena catalana

Salvo que uno sea un adicto a la tele no es fácil darse cuenta en Barcelona de que estamos en campaña electoral. Hay tanta cartelería urbana para publicitar conciertos o exposiciones como rostros políticos, lo que seguramente agradecen muchos de sus vecinos. Debe ser más efecto de la crisis en la tesorería de los partidos que una voluntad de autocontrol. El nombre de Rubalcaba aparece en los eslóganes contrapuesto al de Rajoy, pero el único rostro de la campaña socialista es el de Carme Chacón. En contraste con un PP que reserva todo el protagonismo icónico a Rajoy. Duran i Lleida monopoliza igualmente todo el espacio asignado a CiU presentándose como el único voto útil para Cataluña, castigada según su discurso tanto por el PSOE como por el PP.

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La novedad más significativa de esta cita electoral en Cataluña es probablemente el ascenso del Partido Popular a la liga mayor, donde compite por la segunda plaza con un recorte muy importante de su desventaja histórica respecto a los socialistas, que es a fin de cuentas lo que está en juego en estas elecciones. En solo un año Alicia Sánchez Camacho ha hecho de su partido, que permaneció en los márgenes del establishment salvo el breve periodo de Piqué, un actor importante de la política catalana, que negocia el presupuesto con Mas, maneja un tercio de los 700 millones de la Diputación de Barcelona y encabeza Ayuntamientos como los de Badalona y Castelldefels merced a la abstención de los convergentes. El conflicto lingüístico se ha soterrado hasta desaparecer y Fernández Díaz proclama que el modelo educativo solo necesita algunos retoques.

Duran i Lleida está malhumorado con unas encuestas que le discuten el segundo puesto con el PP cuando hace algunas semanas tenía la convicción de que el derrumbe socialista iba a llevarle en volandas a un triunfo histórico. Ha hecho del pacto fiscal el ariete diferencial de su campaña. En algunos de sus mítines utiliza una pantalla en la que, al modo del reloj de Times Square que contabilizaba el aumento de la deuda de Estados Unidos y su impacto sobre cada familia, actualiza el balance fiscal negativo que acumula Cataluña según las cifras del consejero de Economía. Ya estaría camino de los 15.000 millones de euros. Un empresario holandés afincado en Barcelona desde hace 20 años le formuló ayer en el Círculo Ecuestre la duda de que Europa vaya a aceptar un pacto fiscal de este tipo en medio de la crisis actual. Su respuesta fue que al ser de fuera no entendía el tema.

El candidato convergente descalifica a los socialistas por la mala herencia del tripartito, por su incapacidad para salvar el Estatuto aprobado en referéndum y por el incumplimiento de las inversiones prometidas. Con el PP ha entrado a competir en espacios de la derecha confesional (la ley de matrimonio homosexual) y le disputa la credibilidad en los programas de relanzamiento de la economía y ajuste del déficit. Su idea fuerza es que de no haber sido por CiU, España estaría hoy en la misma posición que Grecia por la incompetencia del PSOE y la irresponsabilidad del PP.

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El PSC trata de presentarse como la única garantía frente a los recortes sociales que se malician en el programa oculto de Rajoy y los que ya ha puesto en marcha Artur Mas en Cataluña. La llegada del AVE a Barcelona y la modélica ampliación del aeropuerto, obras finalizadas en esta legislatura, parecen activos ya amortizados. Las encuestas siguen adjudicando a los socialistas la victoria (tal vez la única excepción a escala nacional), pero a costa de perder el 40% de los escaños obtenidos hace cuatro años.

El mapa catalán consolida así un bloque de cabeza en el que socialistas, convergentes y populares se disputan el liderazgo, al tiempo que Esquerra Republicana y la izquierda ecologista de ICV mantienen sus propios nichos de votos. Las divisiones intestinas pasan factura a Esquerra, aunque ha conseguido introducir sin aspavientos en el debate público la cuestión de la independencia, sobre la que se discute con normalidad en foros económicos y empresariales. En los mítines de Duran i Lleida suele haber una exhibición significativa de banderas independentistas que deben causar no poca incomodidad a un político que nunca se ha adherido a esa causa.

Duran i Lleida, en un reciente acto electoral de CiU en Mollerussa (Lleida).
Duran i Lleida, en un reciente acto electoral de CiU en Mollerussa (Lleida).MARTA PÉREZ (EFE)

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