Un relato del Este
El universo local tiene en Madrid rico vivero de seguidores. Cada año, miles de lectores manifiestan su aprecio por los libros de trasunto madrileño. Así lo aseguran editores que resaltan, además, la elevada cotización que adquieren en anuales ferias librescas obras de literatos madrileñistas como Ramón Gómez de la Serna o Federico Carlos Sainz de Robles.
Para mantener vivo el compromiso de lectores, coleccionistas o simples amantes de lo madrileño es preciso, aún, que permanezca terso un tejido de relatos trenzado por entusiastas informantes locales.
Tales narraciones son como espejuelos cuya compostura vendría a darnos la imagen real de la región, la ciudad y sus barrios. Es el caso de Vicálvaro, incorporado hace 60 años a la metrópolis madrileña, si bien desde el año de gracia de 1352 y hasta 1951 figuró como término con concejo propio: así lo prueba un documento hallado en los Archivos del Vaticano, que informa de los diezmos abonados a la Iglesia por cosecheros moradores del Vicálvaro medieval. El pergamino, en castellano arcaico, es una de las 200 joyas gráficas en blanco y negro que incluye Vicálvaro 1890-1975, obra de los historiadores locales Valentín González Gálvez y Lourdes Sánchez Domínguez, presentado este jueves por ellos y por el pensador Emilio Lledó.
Vicálvaro, que cuenta hoy con unos 73.000 habitantes, ha sido históricamente tierra de cereales, tahona de Madrid y cantera de un excelente pedernal con el que se cimentó el Palacio Real. Goza de un subsuelo riquísimo en yesos y áridos que han elevado a Madrid al rango de primer productor de sepiolita en el mundo. Llegó a contar con cuatro estaciones de ferrocarril, una de ellas la del célebre Tren de Arganda -"que pita más que anda", rezaba el refrán- y que tenía su cabecera en lo que hoy ocupa la torre-rascacielos del Retiro. Hasta 1951 Vicálvaro contuvo en su perímetro municipal zonas hoy tan capitalinas como Pueblo Nuevo, El Carmen, Ventas o el mismísimo cementerio del Este, llamado de La Almudena. En su lar nacieron próceres como el duque de Sevillano, ministro de Hacienda en 1855 con los generales Baldomero Espartero y Leopoldo O'Donnell, quien protagonizara allí el pronunciamiento militar conocido como la Vicalvarada, uno de los principales hitos del atribulado siglo XIX.
Valentín González y Lourdes Sánchez llevan 30 años en la asociación Vicus Albus recabando informaciones sobre Vicálvaro: el fruto de su esfuerzo, tesonero y documentado, cristaliza en este texto, ilustrado y enjundioso, donde cabe a reconocer el origen y despliegue de uno de los más importantes distritos del Este madrileño.
Vicálvaro 1890-1975. Por Lourdes Sánchez Domínguez y Valentín González Gálvez. Ediciones Temporae. 128 páginas. 16,9 euros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.