"En los momentos de austeridad hay una gran creatividad"
A Idoia Ayestarán, actriz y fundadora de la compañía de teatro vitoriana Panta Rhei, le encanta que le llamen titiritera. Es su profesión desde hace tres décadas. La próxima semana, el Festival Internacional de Títeres de Bilbao dedicará un homenaje a Panta Rhei al cumplir 25 años de "investigación y creación" en el campo de las artes escénicas.
Pregunta. ¿Cómo se mantiene una compañía de teatro activa durante 25 años?
Respuesta. No es tan difícil. El teatro tiene una reflexión constante. Si de las reflexiones sacas conclusiones, tienes una vía de salida para cada problema. Hemos vivido el presente, un presente continuo.
P. ¿Qué parte es más complicada, la artística o la empresarial?
R. Hay momentos para todo. Son escalones por los que pasas en los distintos ciclos. Puedes atravesar situaciones en las que crees que la empresa se consolida y con una sequía creativa. Entonces es cuando sientes que el dinero para un artista no lo es todo. No hay una parte más importante que otra.
P. Pero la estabilidad económica ayudará a la creación.
R. Sí, pero no es todo. En los momentos de mayor austeridad hay una gran creatividad. No estar saciado es más saludable; agudiza el ingenio. Claro, que sin llegar a estar desnutrido porque entonces te mueres.
P. ¿Cómo ha evolucionado el mundo del teatro en el que ustedes se mueven en estos años?
R. Han sido tiempos de grandes cambios. Venimos de un ambiente muy creativo con mucho que contar, pero en que no existían ni infraestructuras ni circuitos, y pasamos a la situación actual, en el que tenemos los espacios, los festivales y se puede representar en las mejores condiciones, pero con la llegada de la crisis no hay dinero para llenarlos. Estamos por ver lo que ocurrirá: no hay presupuestos para programar como hace cuatro años. Ahí hay que usar la imaginación para adaptarse a la situación.
P. ¿De qué forma?
R. Hay que buscar fórmulas para llegar al público de otra manera. Una es que el público nos permita funcionar: taquilla pura y dura. Otra cosa es el mecenazgo, el patrocinio privado. No hay una única solución, sino encontrar un híbrido. El camino no es el mismo para todas las compañías, lo que no quiere decir que no tengamos que defender todas juntas propuestas positivas para el sector. Pero yo creo que el momento es bueno, porque nos obliga a dejar de mirar al pasado y reaccionar. El espectáculo de pequeño formato, sencillo, lo que no quiere decir que sea simple, puede ser una obra maestra. Cuando el público vibra con algo que llega sin grandes medios, yo creo, es la esencia del teatro.
P. ¿Y el público cómo ha cambiado?
R. En Euskadi hay un público formado, que ha sido bien nutrido. El que no lo está es porque no va al teatro. Ese es el mayor problema, ganar públicos más amplios.
P. Su compañía proclama su vocación pedagógica con el público infantil.
R. Sí, en los últimos 15 años nos hemos especializado en el público familiar. Yo lo llamaría teatro con contenido social, en el que hablamos de la diversidad, la multiculturalidad, la violencia de género. Son temáticas sobre las que es necesario reflexionar.
P. ¿Funciona?
R. Sí, sí sirve. Hacemos muchos encuentros con el público en el que vemos qué sienten y qué se llevan cuando acaba la función. Misión cumplida.
P. ¿Se ha encasillado en su entorno el teatro de títeres como un espectáculo puramente infantil?
R. Durante muchos años sí, pero hoy se ha consolidado la utilización de títeres y actores, y ha dado un empuje a lo que hacemos. El muñeco es un elemento con muchas posibilidades para contar lo que los actores a veces no pueden. Eso sí es una progresión potente en este mundo, un teatro interdisciplinar.
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