Lo que el lujo esconde
Debe de ser cierto que algunas personas disfrutan, en tiempos de crisis, leyendo cotilleos, y también reportajes sobre productos de lujo. Yo tengo un vicio raro, que consiste en hacerme, cuando todo se va al garete, con esas revistas gruesas, caras, bien encuadernadas y a todo color, que bajo el perfil económico son una excusa para acumular publicidad descarada o subliminal. Es como entrar en Disneyworld y meterse en la taza de Alicia en el país de las maravillas: todo da vueltas. Cuando empezó a pinchar la burbuja inmobiliaria me atrajeron irremediablemente las publicaciones del ramo que seguían ofreciendo, impasible el ademán, segundas y terceras viviendas y oportunidades sin cuento.
"Más y más personas necesitan un arma para defender su familia o su vida"
En mi opinión, este tipo de publicaciones -sean de cotilleos o de economía- muestran la verdadera naturaleza del mundo en el que estamos viviendo.
Por ejemplo, me encuentro en El Cairo. Lo estoy cuando escribo esto, en martes, y donde estaré de nuevo dentro de dos semanas si nada se ha torcido o no se ha caído alguno de los aviones que, brevemente, me llevará a Beirut para ver a los amigos que me quedan allí. Días atrás realicé un recorrido por los interiores del barrio islámico, la parte que no se enseña a los turistas -que vienen con cuentagotas-, y el resultado de mi trayecto fue demoledor. Literalmente. Por lo visto, empezaron a cavarse zanjas en las callejas de la zona, para arreglar el sistema sanitario, hace más de un año, y llevan una barbaridad sin tocar el asunto, ahora con la excusa estupenda de la Revolución, que sirve a las autoridades para explicar todo lo que va mal.
LA GENTE DE ESE ÁREA empobrecida por la falta de trabajo, que llueve sobre el empobrecimiento crónico que sufrían bajo Mubarak, se ve obligada a ir y a volver de sus trabajos metiendo los pies en las zanjas ya devenidas en agujeros informes; en los charcos de agua putrefacta. Tienen que subir y bajar por innumerables tablones que ellos mismos han acomodado como han podido, tablones con clavos que sobresalen. Tienen que pisar inmundicias, respirar la basura que nadie viene a retirarles.
Después de eso, me vine a mi privilegiado hotel y me concedí el privilegio de adquirir el número de octubre de Egypt Today (The Magazine of Egypt), una privilegiada revista. Considerando que la edita mensualmente el International Business Associates Group, con sede en las islas Caimán, comprenderán que esperara lo mejor.
Lo obtuve.
Cuando estuve bien harta de examinar anuncios de estética dental, de villas en reservas faraónicas -de tamaño y por la cantidad de marmolillo, supongo-, y de las inversiones de ciertos bancos en ¡energías renovables!, fui al meollo del asunto: un anuncio de seis páginas -más portada-, camuflado de reportaje -hoy en día se hace mucho: se llama periodismo esponsorizado-, en el que, con gran inteligencia, se pide al actual gobierno provisional (o no) que facilite la obtención de licencias para el uso de armas de fuego por particulares.
ENTRE DELINCUENTES que el régimen de Mubarak puso en la calle cuando empezó Tahrir, libres todavía casi todos, más los propios esbirros del sistema que siguen por ahí sueltos; y como resultado de los robos en las comisarías, se calcula que en Egipto se mueven impunemente unas diez mil armas ilegales. Por otra parte, se asegura en el artículo -los mejores vendedores del ramo lo afirman-, que dada la inseguridad galopante, cada día más y más personas necesitan hacerse con un arma para defender sus propiedades, su familia o su vida. Ello conduce a pedir a las autoridades que se pongan las pilas para que todo el mundo tenga su pistolita, su rifle o su escopeta, lo antes posible, y no tengan que acudir, los pobres, al mercado negro. Piden también que hagan cursillos para que no acaben matando a sus críos. Todo razonablemente expuesto, en papel satinado.
¿Ven lo que quiero decirles? El mundo en el que vivimos no está en las noticias urgentes, ni en esas fotos espantosas de catástrofes y asesinatos y humillaciones y hambre y guerra y explotación.
Se encuentra, ese mundo sórdido y auténtico, el que saca partido de todo, en las páginas de las revistas que nos entretienen a cada uno según sus perversiones o manías.
www.marujatorres.com
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