El misterio de la T-4

Para matar no el tiempo, sino el apetito, durante una larga espera en la T-4 por el retraso (qué raro, ¿no?) de un vuelo, decidí ir a comer al restaurante de alta cocina en Barajas. Sí hay uno, El Madroño, asesorado por la cocinera de la nueva hornada gallega Beatriz Sotelo (con montón de premios y una estrella Michelin por A Estación, en Cambre). Su aterrizaje madrileño fue anunciado a bombo y platillo: cocina creativa, de altos vuelos, mediterránea y de calidad, comer bien por 30 euros, sala vip, terraza, ideal para reuniones de negocios, accesible antes de los controles policiales... El Madroño, plantado en la T-1 en 1996, retoñó en la T-4 en 2006 y desde enero de 2010 Sotelo pilota el menú. "No hay que relacionar el aeropuerto solo con un bocadillo y un refresco. El aeropuerto no es solo un lugar para viajar y correr", anunció con la emoción del reestreno. Estupendo.
Pues resulta que en Barajas corremos y esperamos... Y en la carrera solo aparecen al paso los puntos de bocata, hamburguesa, bollería industrial, máquinas con bebidas, tiendas y más tiendas. Si te desorientas y preguntas por El Madroño nadie lo conoce, los que se encaminan a las salas vips pasan de largo: "Ah, ¿pero hay aquí un restaurante gastronómico?". Enarcan las cejas y consultan a su teléfono inteligente, a ver si sabe. En los puestos de información te dan un folleto para que no dudes de que Barajas tiene Madroño. Pero lo que quieres es ver algún signo, un letrero (de diseño o no, da igual). O que te den un papel de oferta como el que te dan de descuento después de haber comprado en las tiendas libres de impuestos. O que rompan normas y lo anuncien por megafonía. Cuando localizas el restaurante, pidiendo auxilio a un chaqueta roja, ya tienes que plantarte en la puerta de embarque. Eso si vas a comer, no a cenar, y nada de fin de semana (abre de lunes a viernes, de 12.30 a 17.00). Y en agosto, chapado. ¿Por qué esta invisibilidad si nació como una apuesta por la credibilidad culinaria del aeropuerto? Es el misterio de la T-4.
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