La vida es como... Forrest Gump
Mañana, con EL PAÍS, el DVD-libro de la película, por 4,95 euros
La vida no suele ser dulce como una caja de bombones, mucho menos para las personas con discapacidad intelectual o de otra clase. A estos el destino casi siempre les depara lo mismo: discriminación en dosis cambiantes o miradas de bobalicona condescendencia. En 1994, Hollywood, la gran hacedora de sueños, despedaza el cociente intelectual de los héroes y crea a Forrest Gump. La Academia de Hollywood premió con sus grandes oscars (mejor película, mejor director, Robert Zemeckis, y mejor actor, Tom Hanks, entre los seis que ganó) la historia de un chico que era distinto, es decir, como todo el mundo.
Forrest Gump es un relato de superación, pero no la del protagonista, sino la de toda una sociedad reencarnada en cada uno de los personajes. La de una madre, que convence a todos de que su hijo puede hacer tanto como le dejen; la de un teniente del ejército en su lucha por seguir adelante; la de una chica de pasado difícil; la de los negros por conquistar el espacio que les corresponde. Entre todos, del mismo modo que ha ido evolucionando la población, proporcionan a Forrest un entorno de afectos, protección y reconocimiento que da frutos inesperados. Es, finalmente, la historia de la inclusión social, del éxito de alcanzar la felicidad en convivencia con el grupo.
La película, con sus logros tecnológicos, colocan al protagonista al lado de varios presidentes americanos (¿hubo alguno al que no intentaran asesinar a balazos?) y otros famosos de la época en divertidas escenas pseudoreales y deja esa sensación tan americana del hombre hecho a sí mismo para el que todo es posible si se lo propone con ahínco.
Para los colectivos de personas con discapacidad sigue siendo un símbolo. "Nos transmitió la idea de que estas personas no tienen más límites que los que les ponemos. Genera una beneficiosa imagen en la sociedad, todo el mundo se enamora del personaje", dice Juan José Lacasta, director técnico de la organización Feaps, a favor de las personas con discapacidad intelectual.
Forrest Gump muestra con crudeza la cara de la injusticia y el sinsentido de un sistema que considera incapaz a un chico para entrar en una escuela pública, pero permite sin reparos que arriesgue su vida en una guerra. Pero al final triunfa el sentido común que nos dice que cada quien tiene una valía: unos son los mejores capturando gambas en el mar y otros jugando al ping pong. "Mi mamá dice que tonto solo es el que hace tonterías".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.