Un americano en Moscú
El estadounidense David Hallberg llega como bailarín estrella al Bolshoi
Si algún resquicio de telón de acero quedaba tras la caída del muro de Berlín, el miércoles definitivamente desapareció con un anuncio singular: por primera vez en los tiempos modernos el Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú recibirá en calidad de primer bailarín estable a un extranjero, y para más señas, estadounidense: David Hallberg (Rapid City, Dakota del Sur, 1982), actualmente una de las primeras figuras del American Ballet Theatre de Nueva York (ABT). La noticia ha caído como un meteorito en el mundo del ballet.
Siendo rigurosos, desde principios del siglo XX ningún extranjero había sentado plaza y cátedra en el Bolshoi de Moscú, que abrirá sus puertas de nuevo a finales de octubre tras seis años de restauración. Hallberg aparece anunciado en esta temporada de lujo inaugural en la cita del 18 de noviembre, donde bailará La Bella Durmiente, pieza emblema del gran clasicismo académico ruso y prueba de fuego para la nobleza de una verdadera estrella clásica. Pero la biografía de David Hallberg no es cualquier cosa. En 1999 fue aceptado (otra excepcionalidad) en la Escuela de la Ópera de París por su directora, Claude Bessy, quien maravillada por sus dotes lo entregó al preparador Jacques Namont, que acabó de pulir el diamante.
El artista bailará 'La Bella Durmiente', pieza emblema del clasicismo ruso
Hallberg no es un desconocido del público ruso. Recientemente fue nominado con el Premio Benois de la Danza y su directora artística, Nina Kudrivtseva-Loory, resaltaba la excepcionalidad de este artista, su porte clásico y sus dotes interpretativas. Hallberg también bailó en el Teatro Mariinsky en 2010 y antes lo había hecho en las reputadas galas Los dioses de la danza en 2008 y 2009, donde le vieron por primera vez los directivos del Bolshoi. Hallberg declaraba esta semana a The New York Times: "Me siento con un grado de responsabilidad enorme, como norteamericano. Voy a llevar allí algo diferente, pero también respetaré sus tradiciones".
Desde la deserción de Rudolf Nureyev en 1961, en un aeropuerto de París, y en 1974 la de Mijail Barishnikov, muchos artistas de la antigua Unión Soviética siguieron esa senda en busca de la libertad personal y artística, una situación que prácticamente ha desaparecido del mapa a excepción de lo que sucede con los bailarines cubanos que aún escapan de la isla caribeña en busca de oportunidades y una atmósfera más propicia.
Ahora en Moscú corren otros aires. Desde marzo, un nuevo director en el Bolshoi con otras miras, Serguei Filin, rompe una lanza a favor de una globalización real de la plantilla. Filin lo tiene claro: "Hallberg es un bailarín extraordinario tanto en el repertorio romántico como en el clásico puro". Según relataba Hallberg a The New York Times, Filin le dijo en Moscú al proponerle el trabajo: "No quiero que esté en una jaula de oro, quiero que sea libre, pero a la vez, que tenga un compromiso con el Bolshoi y esto es muy serio". Hallberg mantendrá sus lazos con el ABT, donde entró en 2000 en el cuerpo de baile y ya en 2005 era cabecera de cartel. Serán sus parejas en Moscú Natalia Ossipova, una de las mejores bailarinas de hoy a nivel mundial, y la dúctil Svetlana Zajarova.
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