Obama quiere que la nueva Libia impida el extremismo religioso

Barack Obama prometió ayer su apoyo para que las nuevas autoridades de Libia puedan estabilizar el país y reconstruir la economía, pero pidió a cambio garantías de que el régimen que se instaure será democrático, respetará los derechos humanos y no tolerará el extremismo religioso. La posición del presidente norteamericano fue respaldada en una reunión del Grupo de Contacto sobre Libia celebrada en el marco de una Asamblea General de la ONU que ha dado formalmente la bienvenida a los triunfadores del levantamiento contra Muamar el Gadafi.

La bandera de la nueva Libia fue izada ayer en el mismo foro en el que hace dos años Gadafi pronunció un famoso y larguísimo discurso en el que recurrió reiteradamente a sus viejas soflamas contra Occidente e hizo exhibición de toda la extravagancia dialéctica y gestual que caracterizó siempre al depuesto líder.

Fue una de esas jornadas que dan sentido a la ONU y que sirven para que esta organización encuentre compensación por los frecuentes fracasos. Libia, como dijo Obama en su discurso, "es un ejemplo de cómo debe actuar la comunidad internacional en el siglo XXI, con más naciones compartiendo la responsabilidad y los costes de los desafíos internacionales".

También se dejaron claras las preocupaciones que la situación libia aún despierta, no solo porque Gadafi sigue escondido, sino porque Libia está aún amenazada por otras fuerzas internas que hacen el futuro incierto. El principal riesgo es que el nuevo régimen derive en el extremismo religioso o la venganza, como ha ocurrido con la persecución de los inmigrantes africanos que presuntamente trabajaron para Gadafi.

"Mientras los libios encuentran fortaleza en su fe, una religión enraizada en la paz y la tolerancia, es necesario rechazar el extremismo religioso, que no ofrece más que muerte y destrucción", advirtió Obama.

"Seremos un Estado vibrante que protegerá los derechos humanos", aseguró el presidente del Consejo Nacional de Transición de Libia, Mustafá Abdel Yalil tras un encuentro con Obama. El líder provisional de Libia respondió también positivamente, según la versión norteamericana, a las otras demandas que Obama había hecho públicas ante el Grupo de Contacto: organizar una transición que "incluya a todos los sectores", garantizar "los derechos de las mujeres", aprobar una Constitución, imponer un estado de derecho y celebrar "elecciones libres y democráticas".

EE UU quiere ver pruebas de la buena voluntad de las nuevas autoridades libias. La Administración norteamericana está preocupada por el arsenal de armas convencionales y químicas que Gadafi adquirió y que heredará el nuevo Gobierno. Un portavoz de la Casa Blanca informó de que se está trabajando con la ONU para tener acceso a ese arsenal y eliminar las armas que sean consideradas de destrucción masiva.

El Grupo de Contacto mantendrá la ayuda militar de la OTAN mientras el peligro que representa Gadafi no desaparezca por completo. "Así como el mundo estuvo a su lado en la lucha por la libertad, seguiremos junto a ustedes en su lucha por conseguir la prosperidad", dijo Obama, quien anunció, como muestra de ese compromiso, el regreso a Trípoli del embajador norteamericano.