Pierre Boulez, un auténtico renacentista que abre caminos
El francés dirige a sus 86 años su icónica obra 'Pli selon Pli' en el Festival de Lucerna
En el baile de las mejores orquestas del mundo que año a año desfilan por el Festival de Lucerna hay un privilegiado lugar al sol para dos proyectos. Uno es el de Claudio Abbado y la Orquesta del Festival, con músicos venidos de las mejores agrupaciones en cerrada solidaridad con el maestro milanés. Otro es el de Pierre Boulez y la Orquesta de la Academia del Festival, una singular experiencia en la que cada año acuden a Lucerna más de un centenar de instrumentistas jóvenes de todo el mundo para formarse con el octogenario maestro francés.
Pierre Boulez tiene 86 años. Escuchándole hablar nadie lo diría, pero su aspecto físico le delata. El pasado jueves dirigió a la orquesta de jóvenes de la Academia una de sus obras más emblemáticas: Pli selon Pli, un retrato musical en cinco partes sobre el poeta simbolista francés del siglo XIX Stéphane Mallarmé. Es una obra en la que Boulez ha trabajado más de 30 años, en un auténtico work in progress que se extiende desde las primeras páginas terminadas que datan de 1957 hasta los últimos retoques de 1989. La obra es un manifiesto representativo del Boulez compositor, con su particular cuidado de una tímbrica en la que participan instrumentos tan atípicos en la orquesta moderna como la guitarra y la mandolina, al lado de una poderosa percusión y una sección de viento de gran personalidad. Compuesta para soprano y orquesta -a veces de gran formato, en ocasiones más camerística-, la realización de anteayer contó con la soprano canadiense Barbara Hannigan, que defendió su papel con entrega y solvencia. El incansable compositor dio algunas pistas al público sobre el proceso de elaboración de su obra en una entrevista pública que mantuvo en el escenario con Roland Wächter antes de empezar el concierto. Boulez y la Orquesta de la Academia realizarán una gira del 21 de septiembre al 2 de octubre con esta obra, que les llevará a Turín, Milán, Ámsterdam, París, Múnich y Londres.
El pasado miércoles debutó aquí el joven pianista español Javier Perianes
En una breve conversación después del concierto del jueves, el músico renacentista por excelencia -une a su condición natural de compositor la de director de orquesta, la de incisivo ensayista e investigador y la de vocacional pedagogo- enumeraba casi obsesivamente los proyectos que quiere sacar adelante en los próximos años, especialmente en el terreno de la composición. También estaba especialmente satisfecho con el proyecto pedagógico que desde 2004 desarrolla en Lucerna. "Los músicos superan en estos días de convivencia en Lucerna cualquier tipo de rutina y se identifican con obras de variadas épocas y estilos". Boulez dirigirá el domingo a la Orquesta de la Academia con obras de Schönberg y Berg, mientras uno de sus directores de confianza, Peter Eötvös, se las verá con B. A. Zimmermann y Stockhausen, en un programa altamente prometedor. Eötvös recibirá a finales de mes el León de Oro de la música que otorga la sección musical de la Bienal de Venecia.
El Festival de Lucerna, que este año tiene como tema central la noche, es una de las muestras internacionales que dedica una mayor atención a la música posterior al Romanticismo. Este año el compositor residente es el austriaco Georg Friedrich Haas, del que la próxima semana se podrá escuchar su ópera de cámara Nacht (Noche) y del que hoy el cuarteto Arditti estrena su séptimo cuarteto para cuerda. Hablando de estrenos mundiales: son siete los que presenta este año un festival que cuenta como estrella con la artista suiza multimedia Charlotte Hug. El miércoles pasado se presentó en Lucerna, arropado por Zubin Mehta y con gran éxito, el joven y estupendo pianista andaluz Javier Perianes con Noche en los jardines de España, de Manuel de Falla. Con unas y otras actividades, Lucerna mantiene hasta el 18 de septiembre el pulso artístico que viene manteniendo desde el 10 de agosto. En lo puramente orquestal, y después del reciente éxito apabullante de la Concertgebouw de Ámsterdam con Nelsons, aún quedan las citas de la Staaskapelle de Dresde con Thielemann, la Filarmónica de Londres con Jurowski, la Filarmónica de Viena con Welser-Möst y Nézet Séguin, la Gewandhaus de Leipzig con Chailly o la Staatskapelle de Berlín con Barenboim. Se ve en la calle y en los conciertos más españoles que otros años. La fórmula de naturaleza más arte o, si se quiere, de paisaje y gran música se está mostrando cada vez más irresistible.
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