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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN...

Una catacumba de ladrillo y cinc

Sobriedad e introspección en la obra religiosa de Fernández del Amo

El joven cura se lamenta de que no hay muchos feligreses. "Es una iglesia difícil de encontrar", dice en la sencilla cancela de Nuestra Señora de la Luz. La parroquia se encuentra desde 1969 en una callecita arbolada, perdida en el barrio de Hispanoamérica. Pero esta parroquia es difícil de encontrar no tanto por su ubicación, sino "porque parece cualquier cosa, un garaje, un almacén, menos una iglesia", según Rafael, hijo del arquitecto José Luis Fernández del Amo, que sonríe orgulloso: "Está escondida con toda la intención: 'El que me busque, me hallará".

"Cuando mi padre fue a Roma en los años cuarenta, volvió escandalizado del Vaticano y enamorado de las catacumbas", continúa Rafael. "Allí, bajo tierra, está mi fe', solía decir". Escondida.

"Solo hay una arquitectura: la que sirve al hombre", escribió el autor

El muro ciego y el techo de cinc de Nuestra Señora de la Luz hacen de la parroquia una catacumba moderna. Humildes, la esconden. El único lujo es un mástil de hierro, plantado en el patio, con una cruz griega en lo alto.

Dentro del templo el Cristo, la Virgen y el sagrario son modernas esculturas de José Luis Sánchez. Fernández del Amo fue un amante del arte contemporáneo, impulsor del primer Museo Nacional, dio su primera oportunidad a artistas como Chillida, Pablo Serrano o Rafael Canogar, a muchos de los cuales encargó obra cuando nadie creía en ellos (o en que tenían que comer). También fue un escritor compulsivo. Escribió que un arquitecto no lo es al obtener el título, sino que debe además procurarse "un conocimiento total del hombre". "Yo lo llamo curiosidad de saberlo todo. Y una capacidad de asombro, sin ciencias infusas ni prejuicios. Somos muy propensos a creer que estamos de vuelta cuando apenas hemos dado un paso", escribió en 1971, en uno de los artículos (sobre arte, religión o filosofía) que recoge el libro Palabra y obra.

En sus escritos sobre arquitectura, Fernández del Amo critica conceptos como monumentalidad y ornamentación. Los sustituye por recogimiento, penumbra, silencio. Define una iglesia como "un espacio, cuatro paredes y un techo, que cobijan a la asamblea". "Comunidad" es la palabra que más repite.

La planta de la parroquia de la Luz es cuadrada, el altar está algo desplazado y a su alrededor se sitúan los fieles "sin que se defina un espacio aparte, a fin de evitar la impresión de espectadores". Las paredes están forradas de arpillera, humilde tela de saco donde rebota el silencio. En vez de vidrieras, la luz cae del techo por un lucernario perimetral que rodea una especie de pirámide truncada. Otros focos de luz natural caen sobre el altar, la Virgen, el sagrario y la pila bautismal.

"Solo hay una arquitectura", escribió Fernández del Amo, "la que sirve al hombre". Aquella que hace que "se sienta bien y se haga mejor", que "le protege de la intemperie y le alivia de las fuerzas oscuras que ensombrecen el mundo". En la sencilla fachada de esta parroquia madrileña hay una placa del Colegio de Arquitectos que destaca el valor de este templo que siempre quiso pasar inadvertido. Arranca con otro entrecomillado del arquitecto, algo que anotó en uno de los planos del proyecto: "Toda luz penetra de lo alto".

El arquitecto Rafael Fernández del Amo pasa ante la iglesia proyectada pr su padre José Luis Fernández del Amo en 1969.
El arquitecto Rafael Fernández del Amo pasa ante la iglesia proyectada pr su padre José Luis Fernández del Amo en 1969.ÁLVARO GARCÍA
El techo de la iglesia tiene forma de pirámide truncada invertida.
El techo de la iglesia tiene forma de pirámide truncada invertida.

Nuestra Señora de la Luz

- Autor. José Luis Fernández del Amo.

- Obra. 1967-1969.

- Ubicación. Fernán Núñez, 9 (Colombia).

-Función. Complejo parroquial

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