Elegancia y tradiciones
Con sobriedad y conciencia de la tierra, a sabiendas de las tradiciones, Adrián Santana debuta con una obra bien resuelta en la selección de los bailes y en la manera que los engarza. Para ello usa de la voz de Jonatan Miró, a quien siempre habíamos visto bailando bien, pero callado. Esta vez su poder es otro, la conducción poética por unos ritmos añejos que son presentados sobre geometría contemporánea.
Abre como los pescadores, remangado y en la arena, símbolo circular que vuelve al final de la velada, como aquello de que polvo somos y en energía nos debemos convertir. El peinado de Adrián evoca algo zen, orientalista en su sobriedad. Los manidos espejos de estudio aquí son referencia tangencial y no abusa de ellos.
SIEMPRE ME PASA LO MISMO
Coreografía y baile: Adrián Santana; música y guitarra: Víctor Márquez "El Tomate"; luces: Tito Osuna; vestuario: González. Teatro Pradillo. Hasta el 3 de septiembre.
Las voces de Gema Caballero y David Carpio cumplen con creces, se lucen. La Popi y Vanesa Coloma despliegan palmas y hacen las jaberas, ese vernáculo aire costero que ya casi no se escucha y baila. Después el artista por verdiales remata un cuadro estilizado y gracioso, íntimo y revelador de que Santana pertenece a una generación bien formada, atenta a mirar el pasado y lo propio. Su baile es técnico, preciso y limpio, sin exageraciones, muy centrado en el ritmo ordinal de cada palo; también basa su estilo en un giro virtuoso y en un acento elevado, como si la respiración fuera (y de hecho lo es) parte esencial del acto de danzar, su vertebración entre frases, su apoyo y lo que da el lirismo necesario.
Las composiciones musicales de Víctor Márquez recogen oro antiguo y lo modelan en armonías no por actuales menos conectadas a esa urdimbre que se pierde en los tiempos del pasado.
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