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Reportaje:

Delitos de altos vuelos

La crisis no frena las investigaciones de blanqueo, que subieron un 17% en 2010

Juana Viúdez

"¿Que estoy detenido? Debe ser un error. Si quisiera, me podría ir, ¿verdad?". Un abogado, economista o contable se remueve en el asiento de un austero despacho policial. Al otro lado de la mesa, hay un policía que le mira severo. "No señor, cuando termine de declarar, le llevaremos a los calabozos", le explica el agente. El apresado protesta: "Esto es una persecución, no saben con quién están tratando".

Sí lo saben. Las investigaciones por delitos de cuello blanco se gestan poco a poco. Los policías pasan meses examinando documentación y reuniendo datos patrimoniales. Piden movimientos de cuentas bancarias, solicitan información de paraísos fiscales, desmenuzan entramados societarios... Cuando llega la hora de proponer una detención han estudiado al detalle la vida económica del investigado, aunque probablemente desconozcan su aspecto físico. "No hay un interés personal contra ellos", afirma el responsable de la sección de blanqueo de Málaga: "En contra de lo que se cree, se sopesa mucho la necesidad de una detención".

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En esta sección, encargada de investigaciones tan conocidas como Ballena Blanca, Malaya o Hidalgo, continúa habiendo "mucho trabajo", según sus responsables. La crisis económica y el parón de la construcción no han rebajado el número de casos abiertos por blanqueo de capitales. En 2010, esta especialidad delictiva fue una de las pocas que subió en Andalucía, casi un 17%, algo que el delegado del Gobierno, Luis García Garrido, atribuye a la intensificación del trabajo policial.

Cada vez que abre una investigación por narcotráfico o una estafa de gran escala, el grupo de blanqueo se encarga del apartado económico, ya que el dinero que supuestamente obtendría esa red debe reintroducirse en el mercado de alguna forma. "Tocamos con la flor y nata, solo hay que ver a los abogados que luego nos vienen a los juicios (...) Hay que hacer las cosas muy bien, para que luego no nos tumben", explica el comisario José Luis Olivera, responsable de la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía Nacional en una charla con alumnos de Criminología de la Universidad de Málaga. Su unidad, radicada en Madrid, ha participado en importantes investigaciones de la Costa del Sol, como el caso Astapa contra la corrupción en el Ayuntamiento de Estepona, todavía en instrucción.

Las mafias recurren cada vez más a expertos en blanquear su dinero. Profesionales con varias licenciaturas y conocimientos suficientes para crear entramados societarios tras los que se esconde el verdadero dueño del dinero. En el último año, más de 50 abogados de todo el país han sido detenidos por estos delitos. Tanto notarios, como abogados, tienen la obligación legal de informar si advierten operaciones sospechosas. El problema viene cuando dejan hacer.

"La gente no cree que estén causando un mal. Hay una mentalidad general de que no son delitos tan nocivos porque no tienen el freno moral de otros, como el respeto a la vida o la libertad de los demás", aporta Ana María Prieto, profesora de Derecho Penal de la Universidad de Málaga. "Los implicados en este tipo de delitos siempre han recibido un trato diferencial, sobre todo por la empatía que jueces, fiscales y abogados tienen con ellos", considera Alejandra Gómez Céspedes, criminóloga especializada en delincuencia económica.

Tanto Prieto como Gómez Céspedes consideran que en operaciones tan conocidas como Ballena Blanca hubo mucha puesta en escena policial -"quizás para escarnio público"- y que se crearon grandes expectativas con poco fundamento.

En Ballena Blanca, el tribunal condenó a seis años y tres meses de prisión al abogado Fernando del Valle, considerado cerebro de la trama. Para la fiscalía fue poco. En la policía, lo ven "ajustado".

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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