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El bañista más rebelde

Detenido un joven tras agredir a un socorrista y huir con una zódiac robada

Un simple aviso de un socorrista a un bañista acabó el pasado domingo con la detención de este por desobediencia, resistencia a agentes de la autoridad, amenazas, daños y hurto de una embarcación zódiac.

Todo empezó cuando el socorrista de la playa divisó al detenido, David A. R., de 26 años y vecino de Cubelles (Garraf), bañándose con un perro. Las ordenanzas municipales prohíben el baño de animales, por lo que se le avisó de que el perro debía salir del agua. Pero el joven no hizo caso al aviso, lo que obligó al socorrista a repetirle las indicaciones y advertirle de que si no salía del agua llamaría a la policía.

Ante el segundo aviso, el bañista sí salió a la arena, pero fue para amenazar e intentar agredir al socorrista. En la misma reacción violenta, el joven rompió unos sacos de arena que había en la playa preparados para los fuegos artificiales de la fiesta mayor. El socorrista aprovechó ese instante para llamar a los Mossos d'Esquadra. Al ver la llegada de los agentes, el bañista huyó mar adentro, a lo que el socorrista respondió persiguiéndole con una moto acuática. Su acción no tuvo éxito porque, cuando se acercó a solo unos centímetros, el detenido se revolvió y trató de tirarlo al agua.

Huida hacia Vilanova

El incidente aún degeneró más cuando el presunto agresor llegó a nado a un velero fondeando cerca de la playa y se hizo con su zódiac, con la que emprendió una nueva huida, esta vez hacia Vilanova i la Geltrú (Garraf). En esos momentos ya habían llegado otros socorristas con más motos acuáticas, que continuaron intentando retenerlo, a la vez que alertaban a los bañistas y practicantes de windsurf para que se apartaran. Finalmente, la lancha se quedó sin combustible y el joven pudo ser detenido.

David A. R. no tenía antecedentes policiales y en el momento de su detención no se encontraba ni bajo la influencia del alcohol ni de ningún tipo de droga, según la policía. Los agentes quedaron sorprendidos por la reacción violenta del detenido, que continuó aporreando los cristales del vehículo policial con el que fue trasladado a la comisaría, en la que siguió mostrándose igualmente desafiante y violento. La accidentada historia acabó con el joven prestando declaración ante el juez de guardia, que le dejó en libertad con cargos.

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