Kalimotxo party
No sé qué datos manejará Turismo, pero a mí me parece que cada vez viene más gente a la Aste Nagusia bilbaína. Hace años nuestras fiestas eran tipo las de la aldea de Asterix: nos divertíamos con nuestras pócimas, nuestros bardos, nuestros druidas, y con muchos cánticos y comidas, pero todo en plan discreto, sin dar la nota ni llamar la atención de los foráneos.
Pero hete aquí que golpe a golpe, verso a verso (con más golpes que versos, sí, pero ésa es otra historia), nos hemos ido forjando una leyenda de ciudad jaranera que nos ha situado en el mapa del jolgorio veraniego. Vale, no somos Río ni Ibiza, pero desde que tenemos nuestro punto G (el Guggenheim, hombre, me refería a eso) esto está a rebosar y somos parada obligada para todo mochilero que se precie.
"Es una gran comodidad llevarse la bañera", se aconsejaba en Sugerencias a las damas viajeras allá por el año 1889. Y las actuales damas y caballeros mochileros siguen el consejo a rajatabla, cargan la casa a la espalda y se vienen a buscar hospedaje baratito. Y claro, se meten en donde sea.
Una amiga mía, que vive (¡pobrecilla!) en las Siete Calles, sospecha de que su vecina de arriba ha montado una pensión clandestina para la Aste Nagusia. Y es un auténtico incordio. Ayer, por ejemplo, la despertaron a las siete de la mañana unos timbrazos en la puerta y cuando salió a ver quién era, se encontró en el descansillo a la mismísima Sarah Palin, con un mochilón enorme a la espalda y una cogorza de categoría. "¡Kalimotxo party, kalimotxo party!", le dijo la supuesta Sarah. "Don?t disturb, cretina, y deja en paz ese timbre o te tiro por las escaleras", contestó mi amiga, fastidiada porque después de años de ir a clase de inglés, sigue sin saber insultar en sajón con contundencia.
A mí no me apetece nada quitarle la ilusión a mi amiga, que bastante tiene con lo suyo, pero me extrañaría que esa guiri fuera de verdad la Palin. Aunque vete a saber, cosas más raras se han visto. Y qué quieren que les diga, entre el kalimotxo party y el tea party, yo me quedo con el primero. Claro que yo soy bilbaína y eso se nota. Sobre todo, estos días de Semana Grande.
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