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SAN SEBASTIÁN 2016 | Días de diversión
Columna
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Con memoria incompleta

Odón Elorza

Celebramos la Semana Grande y me gustaría que todos participásemos con ganas y con el ánimo en paz. Nadie debería aprovechar una fiesta para incomodar moralmente al vecino. Para mí sería un gran paso que quienes gobiernan San Sebastián se acordaran de las víctimas del terrorismo con un simple detalle. No es mucho pedir para avanzar en la manoseada "normalización". Porque de los presos ya hay previstas, como cada año, manifestaciones y actos de apoyo y recuerdo. Sin olvidar "la decoración politizada" de los marcos festivos.

También en estas fechas constatamos una dura realidad en la vida ciudadana. Y es que algunos de los que anteayer nos amenazaban directamente o desde un medio de comunicación, personas que hasta hace poco suponían una coacción intolerable para movernos con libertad por ciertas zonas, hoy presiden la fiesta en balcones oficiales y asientos reservados para los representantes del gobierno de San Sebastián y de Gipúzkoa o están en el entorno de Bildu. No necesito dar nombres.

Nadie debería aprovechar una fiesta para incomodar al vecino

Acepto su participación en esta democracia a la que deben servir y a la que han dicho querer respetar, así como la voluntad de la ciudadanía que les ha situado donde les vemos. No me arrepiento del apoyo expresado a que fueran legalizados. Démosles otra oportunidad para rectificar a quienes hacían construcción nacional en claves de kale borroka y de justificación del terrorismo. Eso pensé. Pero sé que esto resulta difícil de asumir por quien ama y respeta la democracia sin que haya mediado ninguna declaración solemne de autocrítica, ningún reconocimiento del dolor causado a tantas familias, a todo un país y al propio sistema democrático. En un Estado de Derecho que además tuvo que soportar, sin equiparación posible al terrorismo de ETA, a los GAL y los excesos contra los derechos humanos.

Por estas razones, me siento con derecho a pedirles que maduren sus comportamientos y dejen a un lado provocaciones en fiestas que no ayudan a favorecer la convivencia ni una sociedad vasca más cohesionada. Hay gestos de exclusión en estas fiestas que estando avaladas por esos gobernantes les dejan en evidencia. En todo caso, tras el cañonazo y las charangas me refugiaré un rato en el Kursaal para oír la Tercera de Mahler.

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