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Los republicanos miden fuerzas en Iowa con vistas a las presidenciales

Los aspirantes se someten a un primer test de popularidad en un Estado clave

No deciden el ganador, ni participaron en ellas todos los candidatos, pero las elecciones primarias celebradas ayer en la localidad de Ames, en Iowa, suponen el arranque no oficial de la precampaña del Partido Republicano, que ha cobrado vida gracias a los problemas de la economía estadounidense y el descenso de popularidad en las encuestas del presidente Barack Obama. El de Iowa es un escenario crucial porque en él arrancarán en febrero las primarias oficiales, las que decidirán el candidato republicano para las presidenciales de 2012. Por Iowa se dejó ver Sarah Palin, que aún no ha confirmado su candidatura. Y allí también hará campaña hoy Rick Perry, gobernador de Tejas, ya como aspirante oficial.

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La atención del país se centró ayer en una localidad rural de 58.000 habitantes donde ocho candidatos conservadores trataron de convencer a los ciudadanos de que les voten. Los resultados oficiales se esperaban para la madrugada de hoy (hora española). Desde que comenzaron a celebrarse, en 1979, estas elecciones no vinculantes son una especie de ensayo general: sirven para medir la popularidad de los candidatos y encauzar o desarmar candidaturas. Solo se celebran en los años en que no hay un republicano en la Casa Blanca o, si lo hay, cuando este no se presenta a la reelección.

De las cinco últimas votaciones, solo en una ocasión ganó el que resultaría presidente en las elecciones: George W. Bush, en 1999. Pero todos los aspirantes que han ganado estas elecciones han tenido candidaturas sólidas y han acabado ocupando plazas de poder en el partido de un modo u otro. Ese fue el caso de George Bush padre, que ganó esas primarias en el año en que se presentaba Ronald Reagan y que acabó siendo vicepresidente; Bob Dole, que se enfrentó a Bill Clinton, y en 2007 Mitt Romney, que perdió finalmente las primarias y que vuelve a ser candidato ahora.

Dos candidatos esperaban verse también apuntalados con resultados, al menos, decentes: el gobernador de Minnesota, Tim Pawlenty, que arrancó su campaña con mucha expectación, pero que no ha mantenido la popularidad al nivel de sus principales contrincantes; y la congresista Michele Bachmann, la favorita del movimiento radical Tea Party. Otros aspirantes buscaban dar fuelle a campañas con menos predicamento, como el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich y el empresario afroamericano Herman Cain.

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El electorado al que apela Bachmann es el mismo que moviliza Sarah Palin, que aunque no ha anunciado oficialmente su candidatura a las primarias, quiso dejarse ver en Ames este fin de semana. Hasta allí llevó su autobús, en el que viaja por todo Estados Unidos para, según dice, "reparar América". El viernes pasado afirmó que no descarta presentarse: "Aún hay tiempo. Hay sitio para más candidatos". Si no tiene planes de presentarse, por lo menos actuó como si fuera a hacerlo: repartió besos, posó para fotos y firmó copias de la Constitución.

El candidato del que más se hablaba ayer en Ames, sin embargo, no era Palin. Era alguien que ni siquiera se encontraba en Iowa: Rick Perry, que aprovechó la jornada de votación para presentar su candidatura en Carolina del Sur. Su capacidad de convocatoria es poderosa: el 6 de agosto organizó una jornada de rezo cristiano en Tejas, para pedirle a Dios que arreglara la economía norteamericana. Acudieron 30.000 personas.

Gestos como ese le han facilitado ser otro de los héroes del Tea Party, un honor que ya se disputa con Bachmann y, en caso de que se decida finalmente, con Palin.

Sarah Palin, exgobernadora de Alaska y figura del Tea Party, saluda a simpatizantes durante su visita a Ames, en Iowa.
Sarah Palin, exgobernadora de Alaska y figura del Tea Party, saluda a simpatizantes durante su visita a Ames, en Iowa.JIM YOUNG (REUTERS)

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