Deudas inabarcables
La crisis está golpeando con especial virulenciaa los Ayuntamientos españoles, que un día participaron del jolgorio de un país que galopaba feliz hacia el futuro impulsado por el delirio de la construcción y que ahora se han precipitado en el infierno tras pincharse la burbuja inmobiliaria. El caso de Moratalla, un pueblo de 8.500 habitantes de Murcia, es revelador. El municipio tiene una deuda de 28 millones de euros y descubiertos bancarios por un valor de 251.000. Así que, simplemente, no puede pagar las nóminas, ni factura alguna de los servicios que tiene contratados.
Son 50 los funcionarios que llevan meses sin ver ni un solo euro ingresado en sus cuentas, pero tampoco cobran los trabajadores de la guardería, del centro de día, de la escuela de música y del servicio de recogida de basuras. La financiación de los Ayuntamientos lleva siendo hace tiempo un desafío sin resolver, que los distintos gobernantes consiguieron sortear cuando el viento soplaba a favor pero que ahora, en plena recesión, ha irrumpido con todo su dramatismo. Y es que ha sido en el ámbito local donde en los últimos años se han manifestado unas necesidades, propias de una sociedad cada vez más desarrollada, que requerían inmediata respuesta. Atención social, acogida de inmigrantes, consultorios médicos, propuestas culturales... y los municipios hicieron lo posible por estar a la altura. Muchas veces, endeudándose hasta las cejas, y otras muchas gastando en nimiedades.
En Moratalla no cobra ni uno solo de sus policías, pero no tienen otra que seguir trabajando. La basura no deja de producirse, aunque a los barrenderos les toque ir andando porque las gasolineras no les fían ya el gasóleo. El desamparo ha llegado incluso al quiosco de la prensa: el Ayuntamiento debe dos años por los periódicos que recibió por adelantado y que no ha podido pagar hasta ahora. Hace 15 días, sin embargo, no se privaron de las 80 vacas que el Ayuntamiento llevó al pueblo para que los corredores no se quedaran sin el plato fuerte de las fiestas.
Penurias y contradicciones, e inmensas dificultades para salir adelante. Moratalla es, en cualquier caso, solo uno más de los muchos municipios a los que les toca luchar por su supervivencia.
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