Concha Alós, escritora del lado oscuro de la sociedad
Ganó el Premio Planeta en 1964 con 'Las hogueras'
A los 38 años, la escritora valenciana Concha Alós alcanzó el cénit de su popularidad con la consecución del Premio Planeta de novela de 1964. Lo logró con su cuarta obra publicada, Las hogueras, una novela de corte realista que exploraba las zonas más delicadas del alma humana: la confusión entre el amor y el deseo, el escepticismo ante las convenciones, la ambición como motor vital, la amargura del fracaso... Concha Alós, nacida en Valencia en 1926, falleció este lunes en Barcelona, después de vivir una vida en la que hubo un poco de todo eso.
Había quedado descabalgada de los círculos literarios a mediados de los ochenta y, a finales de los noventa, enfermó de alzhéimer. Sin familiares directos, fue ingresada en una residencia. Hacía tiempo que no recordaba quién fue y pocos acudieron a recordarla ayer en su entierro. En una ceremonia humilde y privada, celebrada en el cementerio de Montjuïc, solo estuvieron presentes dos nombres de la cultura: la cantante María del Mar Bonet y el fotógrafo Toni Catany.
Fue la traductora de las obras de su marido, Baltasar Porcel
Escribía sobre sexo, homosexualidad y prostitución al final de la dictadura
El reconocimiento le llegó tarde a la escritora, y nunca fue unánime ni completo. Inscrita en la corriente del realismo y de la novela de testimonio social, la crítica la denostó a menudo por su uso demasiado atrevido del lenguaje. En ocasiones, sus expresiones podían llegar a sonar obscenas o incluso brutales, especialmente para la época.
No se libró de la censura y no contó con la bendición de los expertos, pero algunas de sus novelas llegaron a obtener grandes tiradas. Es el caso de Los enanos, publicada dos años antes que su galardonada Las hogueras, pero especialmente de sus obras posteriores, a caballo entre las décadas de los sesenta y los setenta: El caballo rojo, La madama, el libro de relatos Rey de gatos y Os habla Electra.
En los estertores de la dictadura, Concha Alós escribió sobre sexo, prostitución, aborto y homosexualidad. Escribió también sobre la miseria de la guerra: en El caballo rojo volcó su memoria de niña en una familia obrera que abandonó Valencia huyendo de los bombardeos del conflicto.
Hacia la mitad de una vida nómada, Concha Alós recaló en Mallorca, donde llevó una vida de casada con el director de un diario franquista, el Baleares. Su vida dio entonces otro giro novelesco: en la imprenta del rotativo trabajaba como tipógrafo Baltasar Porcel, escritor en ciernes, de quien se enamoró. Su separación y su marcha a Barcelona con Porcel, 11 años más joven que ella, originó un escándalo considerable en la cerrada sociedad mallorquina de la época. En la capital catalana, Alós ejerció de mánager oficiosa de Porcel: fue una de las claves de su futuro éxito editorial, tradujo sus libros al castellano y le aconsejó en su proceso de profesionalización como escritor.
Según pasaron los años, Alós, de nuevo soltera, fue rebajando su producción literaria. Sus dos últimas obras, editadas ya en los ochenta, no tuvieron una buena acogida, y decidió dejar de escribir.
El escritor mallorquín Biel Mesquida lamentaba ayer el olvido que envolvió a Concha Alós en la última etapa de su vida y la recordó como una mujer luchadora, como las que protagonizaban sus historias: "Su vida es una historia increíble, llena de superación pero también de dolor, con detalles dignos de una novela de Bukowski. Y su muerte marca el final de una época", aseguró el escritor.
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