La precariedad laboral aumenta
Si los datos de la Oficina Pública de Empleo eran malos, la encuesta de población activa (EPA) corrobora los malos datos del último año sobre el empleo. Desde la aprobación de la reforma laboral allá por junio de 2010, se ha consolidado la precariedad laboral: salarios bajos, jornadas laborales interminables, trabajo sumergido, menos inversión en medidas de mejora de la seguridad e higiene en el trabajo, horas extraordinarias sin cobrar, despidos libres y más baratos, incumplimiento por parte de algunos empresarios piratas de los respectivos convenios colectivos y beneficios empresariales que no revierten en mejorar las condiciones laborales y sí las condiciones accionariales.
Que se cree empleo es buenísimo para las personas que no lo tienen en contra de su voluntad, pero abusar de esa desgracia para enriquecerse a su costa es una canallada que la Inspección de Trabajo debe atajar y denunciar sin demora. La explotación laboral no tiene justificación. Los datos de la EPA son muy preocupantes: la tasa de paro de los jóvenes menores de 25 años supera el 46%, aumentando mes a mes. La temporalidad llega al 25,5% de los asalariados de ambos sectores, público y privado. Hasta los ciegos lo ven: la reforma laboral no funciona; derogarla o modificarla sería la mejor medida del Gobierno.
No hay recuperación, sin recuperación no hay empleo, sin inversión no hay recuperación. En consecuencia, una tasa de paro del 20,86%, intolerable lo mire quien lo mire, representa 4,8 millones de personas en desempleo. No se puede permitir más este deterioro del mercado de trabajo.
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