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El asesinato del general Yunis agrava la división entre los rebeldes libios

Partidarios del jefe militar culpan del crimen a una facción armada rival

El misterioso asesinato, el jueves, del general Abdel Fatah Yunis, jefe militar de la rebelión libia, ha puesto contra las cuerdas a las autoridades rebeldes. Cada vez más indicios apuntan a que Yunis, cuyo cadáver baleado y carbonizado le fue entregado ayer a su familia, fue secuestrado por una facción armada rival, y no por un comando gadafista, como sostienen los dirigentes de Bengasi. La capital de la Libia liberada estaba ayer conmocionada. Sobrepasado por los acontecimientos, el Gobierno de transición intenta evitar que el crimen active las rivalidades tribales y desate una lucha interna hasta ahora contenida.

El asesinato del general Abdel Fatah Yunis es un rompecabezas en el que faltan muchas de las piezas y sobran rumores. La película de los hechos arrancó en la mañana del jueves, cuando Yunis abandonó el frente de Brega en un coche oficial para presentarse ante una comisión judicial en Bengasi, que quería interrogarlo "sobre cuestiones militares". ¿Cuáles? Supuestamente, se le achacaban graves errores en la ofensiva de Brega. Una acusación complicada para un hombre como Yunis, que suscitaba recelos en algunos sectores rebeldes por su antigua cercanía con Gadafi, de quien había sido ministro del Interior y jefe de las fuerzas especiales antes de unirse a la rebelión.

El cadáver del general presentaba varios balazos y estaba carbonizado

A lo largo del jueves, partidarios de Yunis exigieron la liberación de su jefe. Por eso, cuando ya por la noche, el Gobierno anunció que el general y dos coroneles que le acompañaban habían sido asesinados, la sorpresa fue mayúscula. Mustafa Abdel Yalil, presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT, la autoridad interina rebelde) dejó entender que el crimen era obra de un comando gadafista, cuyo cabecilla había sido detenido. Dijo también que estaban buscando los cadáveres.

La comparencia del presidente del CNT desató las alarmas, porque no tenía ni pies ni cabeza. ¿Cómo se sabía que Yunis y sus compañeros habían muerto si no tenían los cuerpos? ¿Cómo un fantasmagórico comando gadafista podría interceptar una comitiva oficial escoltada? La ira se adueñó de algunos seguidores de Yunis, que dispararon contra el hotel donde se celebraba la conferencia de prensa y clamaron venganza.

¿Contra quién? Es de sobra conocida la enemistad entre Yunis y el general Jalifa Heftar, héroe de la guerra del Chad y luego exiliado, que pugnó en balde por dirigir las fuerzas rebeldes. Pero los colaboradores más directos de Yunis señalan a la Brigada 17 de Febrero, un grupo paramilitar fuertemente armado, dirigido por un ingeniero, Fauzi Bukatef, cuya autonomía y sus abusos han provocado más de un quebradero de cabeza al CNT. Un guardaespaldas de Yunis afirma que su jefe fue detenido por ese cuerpo. Ayer, la base de la Brigada había sido desalojada. Un miembro de esa milicia aseguró a la agencia Efe que Yunis había sido interrogado porque "estaban bastante seguros de que trabajaba para Gadafi".

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Ayer, en el funeral, la familia de Yunis cerró filas con el CNT. Su actitud fue recibida con alivio por el Gobierno rebelde, porque la tribu de Yunis, los Obeidi, es la más importante del este de Libia. Lo que no está claro es que los miles de hombres leales al general se vayan a quedar de brazos cruzados.

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