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Alemania y la nueva arquitectura energética

A partir de 2022, Alemania abandonará la energía nuclear y hasta entonces seguirá invirtiendo más si cabe en una transformación sustancial de su política energética. De este modo, Alemania vuelve a acelerar la marcha hacia un sistema energético sostenible y un abastecimiento generalizado con energías renovables. Al tomar esta decisión nos autoimponemos una ambiciosa tarea. Queremos marcar de manera duradera e irreversible las pautas para un suministro energético limpio, asequible y seguro.

En Alemania esta decisión cuenta con un respaldo social mayoritario. A lo largo de los años se mantuvo un intenso debate sobre el uso civil de la energía nuclear. Hoy se ha cristalizado un amplio consenso democrático sobre la viabilidad tecnológica, estratégica y económica de la reorientación de la política energética. La tragedia de Fukushima motivó una reevaluación de los riesgos de la energía nuclear y aceleró el cambio. Pero por parte alemana, la decisión a favor de la implantación generalizada de las energías renovables y el abandono de la energía nuclear ya estaba tomada con anterioridad. Esa decisión está en consonancia con el compromiso que mantenemos con la protección del clima. Ahora la meta es conseguir antes de lo inicialmente previsto los objetivos de extensión de las energías renovables que el Gobierno Federal ya fijó en octubre de 2010.

El ahorro, las energías renovables y la cooperación europea permiten prescindir de las nucleares

Nuestros vecinos y socios siguen con gran atención este cambio. Tras madura reflexión, Alemania se ha marcado unos objetivos ambiciosos y realistas. Hasta marzo de 2011, las 17 centrales nucleares alemanas generaban el 22% de la electricidad necesaria en el país. Tras el cierre de ocho centrales en marzo de 2011, el porcentaje de las nueve restantes se sitúa cerca del 15%. Tras la desconexión de las ocho centrales más antiguas, la capacidad instalada garantizada sigue situándose por encima del mayor consumo interno registrado a lo largo del tiempo en el país.

La diferencia resultante de la desconexión se cubre hoy con nuevas capacidades y energías renovables, una mejor gestión del sistema y mejoras en la eficiencia. En el futuro, la energía obtenida a partir de fuentes renovables y centrales de gas de baja emisión de carbono irán sustituyendo gradualmente a la tecnología nuclear. Las centrales eléctricas a base de combustibles fósiles seguirán siendo necesarias durante una fase transitoria.

Mantenemos nuestros objetivos climáticos: el vigente a nivel de la Unión Europea de alcanzar una reducción de las emisiones de CO2 de por lo menos el 20% en el año 2020, y nuestro objetivo nacional de reducir las emisiones en Alemania en un 40%.

En 2010, Alemania generó el 17% de su electricidad a partir de energías renovables. En 2020 está previsto alcanzar el 35% y en 2030 el 50%. Alemania no queda en una situación de mayor dependencia. Para asegurar el abastecimiento propio, el Gobierno Federal invierte más que nunca en los tres instrumentos centrales: la ampliación de las redes, la expansión de las energías renovables y el incremento de la eficiencia energética.

Cada país decide su matriz energética, y ese principio rige en el seno de la Unión Europea. Pero también es cierto que muchos riesgos no se detienen ante las fronteras nacionales. Por eso es positivo que ahora se revise de manera fiable y comparable la seguridad de las instalaciones nucleares mediante pruebas de resistencia europeas. También en instituciones internacionales como la OIEA nuestra meta común debería ser garantizar el mayor grado de seguridad posible. No deben repetirse catástrofes como las de Three Mile Island, Chernóbil y Fukushima.

Para alcanzar nuestros objetivos tenemos que hacer realidad el mercado interior europeo en el sector de la energía. Las redes nacionales deben interconectarse de manera inteligente y en función de la demanda. Deben optimizarse los potenciales de ahorro. El ahorro es clave. Alemania mantiene un compromiso absoluto con estos objetivos. También en el ámbito de la política energética la consigna a seguir es más Europa, no menos.

Como ministro de Relaciones Exteriores, mi empeño es que podamos aprovechar juntos en todo el mundo las oportunidades que se desprenden de la extensión global de las energías renovables. Apoyamos el plan Desertec, que con ayuda de centrales termosolares, eólicas o fotovoltaicas puede suministrar electricidad limpia a los países industrializados desde territorios desérticos. Soluciones que ayer parecían utópicas o impagables hoy entran dentro de lo técnica y económicamente factible o están al alcance de la mano.

En Alemania, las energías renovables ya están creando muchos puestos de trabajo. También los países emergentes y en vías de desarrollo pueden beneficiarse de las nuevas tecnologías y hacer así sostenible su auge.

A través de la aceleración del cambio de modelo energético, Alemania, uno de los principales países industrializados, sigue avanzando por una senda que empezó a recorrer hace mucho tiempo. El cambio energético no tendrá repercusiones negativas para nuestra capacidad económica, el medio ambiente ni nuestros vecinos, sino que abre el horizonte a una economía energética eficiente, sostenible, económica y segura. Invitamos a nuestros socios a mantener una cooperación estrecha y constructiva para aprovechar las oportunidades.

Guido Westerwelle es ministro de Asuntos Exteriores de Alemania.

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