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Reportaje:

...Y el Tata empezó a defender

El técnico de Paraguay, finalista de la Copa América tras empatar todos los partidos, reconoce que para ellos un 30% de posesión "es mucho"

El Coloso del Parque, el estadio de Newell's Old Boys, fue rebautizado como Marcelo Alberto Bielsa porque así lo decidió la hinchada. Una de las tribunas lleva el nombre de Diego Armando Maradona; la otra, la de la vieja visera, es conocida como la de Gerardo Daniel Martino (Rosario, 1962). Le llamaron el Mago de las Luces y jugó 505 partidos en dos etapas, de 1980 a 1990 y de 1991 a 1993. En medio pasó unos meses en el Tenerife, donde disputó 15 partidos, y otra breve temporada en Lanús, para agotar sus años en el O'Higgins chileno y el Barcelona de Ecuador.

El Tata fue un lujo de la historia del conjunto de Rosario. Elegante y fino como nadie, Martino parecía jugar con el frac puesto. Sobre él, sus ex compañeros bromean: "Nunca se manchó la camiseta". Jugaba de pie, por él corrían otros y no mandaba pases, los teledirigía con un mando a distancia. Pateador excelente de faltas, futbolista siempre imaginativo, El Tata hablaba en la cancha más que corría y fue capitán en la etapa más gloriosa de los leprosos. Por su culpa, el padre de Leo Messi, Jorge, se hizo seguidor de Newell's, así que sin quererlo él tiene la culpa de que el mejor futbolista del planeta guarde un trozo de su corazón para ser leproso. Martino siempre tuvo fama de vago, hasta que Bielsa le espabiló cuando le tuvo de técnico. El Loco y El Tata son íntimos amigos y le eligió como maestro.

Por todo ello, no se reconoce en Paraguay el gusto del rosarino. "Los empates nos persiguen", bromeó cuando solo llevaba cuatro partidos empatados. Tras clasificarse con un 0-0 para la final, tras eliminar en la tanda de penaltis de las semifinales a Venezuela (5-3) se lo toma a chanza. "¿Quién dijo que no sabía defender?", se preguntaba al regreso a Buenos Aires tras jugar el miércoles en Mendoza, donde vivió otro partido agónico. "Para meter los penaltis hay que tener coraje", sonríe Martino, que se jugará el próximo domingo (21.00), en una final inédita, la Copa América contra Uruguay.

Aunque se empeñan en señalarle como la clave del éxito de Paraguay, Martino es de los que piensa que el entrenador, en según qué momentos, no pinta tanto: "Hay veces que creo que tenemos un poco de incidencia, pero la mayoría es de los jugadores. A mí me gusta más, como dijo Del Bosque cuando recordó el Mundial y no sabía mi apellido: me llamó Mariño. Mejor. Así tenía que ser", ríe.

"Si no puedo tener el 80% de la posesión, ¿qué hago? ¿No me defiendo?". Lo explica: "No somos el Barça, no sabemos tener la pelota el 70%. Si la tenemos el 30 ya es mucho. Así que cuando no la tengo, ¿qué hago? Pues me defiendo, ¿no? No es que me guste, es que es lo que hay. Sería un suicidio plantear los partidos pensando que la vamos a tener, porque no la vamos a tener", zanjó después de eliminar a Brasil.

Verón, Da Silva y Estigarribia celebran el pase a la final.
Verón, Da Silva y Estigarribia celebran el pase a la final.R. ESPINOSA (AFP)

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