Garufa
"Garufa, pucha que sos divertido,
garufa ya sos un caso perdido"
Esto no lo he dicho yo, que lo decía Gardel, con música de Juan Antonio Collazo y letra de Víctor Soliño y Roberto Fontaina, pero ahora que la izquierda se derrumba, y la derecha se arrima, me he acordado de este viejo tango de la otra orilla, de Montevideo, y de hace tanto tiempo, del año veintiocho del siglo que se fue, porque me lo cantaba mi madre, que era de afuera, y porque todos los que antes no eran de ningún lado se vienen de pronto pa'l centro, de rompedores. Y caen a la milonga en cuanto empieza, y son para las minas el vareador, y se cantan lo mismo La Marsellesa, La marcha a Garibaldi y El trovador.
Poco o nada tiene que ver el ambiente canalla del barrio de La Mondiola a principios del diecinueve, que describía tan certeramente el tango de Fontaina y Soliño, con el aburrimiento intelectual que nos rodea, pero supongo que eso de venir de rompedor cantando lo que se tercie me trajo desde la memoria a ese viejo garufa.
"Estamos a poco de votar y seguimossin saber de qué pie cojea cada cual"
El caso es que estamos ya a este poco de votar de veras, y seguimos sin saber de qué pie cojea cada cual o, lo que es más importante, qué pasos piensan dar. No sé si es que lo explican mal o es que yo no me entero.
El que estaba desde hace mucho al mando del desastre dice que por fin sabe lo que hay que hacer, véase Rubalcaba, y el que nunca ha dicho nada dice que siempre lo ha sabido todo, véase Rajoy. Y así la temporada electoral (¿hay otra?) vuelve a recordar la letra del viejo tango:
"... y el sábado en la noche sos un doctor,
te encajas las polainas y el cuello duro,
y te venís pa'l centro de rompedor".
Cuando mi madre me cantaba estas cosas estaba yo en la cuna, tratando de entender entre llantos un poquito del todo sublime que me rodeaba, y lo cierto es que después de mucho crecer (en años, que no en estatura ni en sabiduría), me tengo por el mismo bobo, solo que ya no lloro y ya no canta mi madre, y casi nada me parece sublime.
Ahora, y aprovechando la letra de otro tango, este de Enrique Santos Discépolo, que escuché por vez primera en la voz de Goyeneche, siento que me quieren revolcar en un merengue, o en un lodo, en un cambalache problemático y febril en el que "todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor".
Y así van volando las noticias, con preocupante inconsistencia, entrando unos a la cárcel, mientras otros salen, quitando y poniendo cuadros, banderas, capitales culturales... mareando la perdiz.
En fin, que los tangos son preciosos cuando los cantan quienes saben escribirlos y cantarlos, pero a los que pretenden nuestra confianza habría que pedirles que se dejen de milongas.
No sé a estas alturas qué me parece más preocupante, que el señor Rubalcaba nos diga que sabe exactamente cómo crear empleo o que el señor Rajoy pretenda pasar a formar parte de las páginas de nuestra historia sin decir nunca absolutamente nada.
Al parecer, la izquierda ya se está organizando para abandonar en masa (en la masa de unos pocos al menos) la orilla derrotada y buscar nuevos estímulos para sus electores, aunque tenga que sacarlos de los niños (o los viejos) de la plaza. La derecha mientras tanto parece contentarse con recoger la simiente del desahucio para meternos luego a capones en las filas rectas de la Europa sensata que ellos mismos contribuyeron a desdibujar en los días descocados y nada alemanes del desenfreno inmobiliario.
Vale que el centro es el semillero del voto del desconcierto y el descontento, pero para venir pa'l centro de rompedor no basta con ajustarse las polainas. Quien más, quien menos, si no la letra entera del tango, sí recuerda de dónde venimos, y duda seriamente de lugar adonde vamos. Y supongo que más de uno agradecería una explicación detallada de los problemas de fondo a los que nos enfrentamos y de sus posibles soluciones, antes de verse obligado otra vez a votar a ciegas.
A no ser que mis queridos garufas no tengan otro empeño que seguir siendo divertidos.
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