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El nuevo candidato socialista para las generales | La renuncia a los cargos en el Gobierno

La proximidad electoral apunta a una mínima remodelación del Gabinete

Luis R. Aizpeolea

La salida de Alfredo Pérez Rubalcaba, el principal colaborador de José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno, genera casi una crisis de Gabinete ya que el presidente tendrá que nombrar, al menos, un coordinador y un portavoz del Gobierno, así como un ministro del Interior.

Será, en todo caso, la última remodelación que Zapatero haga de su Ejecutivo. Una vez más, como en todas las remodelaciones de Gobierno que Zapatero ha protagonizado, de vísperas, nadie en su entorno ni entre los ministros más señalados sabía nada sobre por dónde podían derivar los cambios.

A modo de especulación y, a la vista de que el presidente convocará las elecciones generales, a lo más tardar, en enero de 2012, cabe pensar que los cambios serán mínimos.

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En esa clave, la apuesta más lógica sería que Zapatero pusiera al frente del Ministerio del Interior a Antonio Camacho, que ha sido secretario de Estado durante más de siete años. Primero, de abril de 2004 a abril de 2006, con José Antonio Alonso como titular del departamento, y desde esta última fecha con el propio Alfredo Pérez Rubalcaba. Camacho conoce bien los entresijos del ministerio y supondría un relevo natural para gestionarlo en los poco más de seis meses, como máximo, que restan a la legislatura.

En cuanto a la coordinación política del Gobierno y la portavocía, la propuesta natural es que Ramón Jáuregui asuma esa función. Como ministro de la Presidencia, Jáuregui ha solido sustituir a Pérez Rubalcaba al frente de la Comisión de Subsecretarios cuando el vicepresidente primero se ha ausentado. También sustituyó, al menos un viernes, a Rubalcaba como portavoz del Consejo de Ministros. Y, también, se ha repartido los papeles con él, en numerosas ocasiones, en esa función.

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Jáuregui está catalogado como buen comunicador y coordinador y cuenta con una enorme experiencia política a sus espaldas. Y si fuera así, se provocaría la paradoja de que Jáuregui contaría con la misma función que Rubalcaba tuvo en el último Gobierno que presidió Felipe González (de 1993 a 1996): la de ministro de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo.

En esa lógica, la Vicepresidencia Primera podría pasar a manos de la vicepresidenta segunda, la ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado; y la segunda al ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, hoy vicepresidente tercero del Ejecutivo.

Pero el presidente Zapatero es muy celoso de sus tiempos y de sus competencias. Y, por tanto, estas especulaciones para el último tramo de la legislatura pueden quedar en nada. Podría, por ejemplo, elevar al rango de vicepresidente primero a José Blanco, ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE. El número dos de los socialistas ha sido, después de Rubalcaba, el colaborador más próximo de Zapatero en su trayectoria gubernamental y en el PSOE.

También, aunque sería más extraño, podría querer reforzar el mensaje del agotamiento de la legislatura con un cambio de Gobierno más amplio y potente. No es la hipótesis más probable, pero nadie se atreve a apostar por algo definitivo ni a descartar nada en las decisiones de Zapatero sobre la composición de su Gobierno.

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