Cuestión de respeto

Deambular por las dependencias del Congreso de los Diputados con bermudas o camiseta de tirantes es una falta de respeto que ha merecido la entrada en vigor de la correspondiente normativa restrictiva, aunque según recoge EL PAÍS, citando fuentes del Congreso, solo cuatro o cinco de los más de 70.000 ciudadanos que visitan la casa lo hacen vestidos de forma inadecuada y esto cuando el calor aprieta, por lo que deberíamos colegir que no tienen intención de ofender.

Abandonar los plenos cuando intervienen los portavoces de los grupos que no son los de las señorías, normalmente durante el turno de los grupos minoritarios, o mofarse de los intervinientes hasta conseguir sacarles de sus casillas y que suelten algún epíteto irreverente, a la vez que preciso, como hiciera nuestro añorado José Antonio Labordeta, son faltas de respeto que se han elevado hasta alcanzar casi la categoría de iconos de la cultura audiovisual parlamentaria de nuestro país. Hagan un esfuerzo, imaginen a sus señorías en sus escaños fresquitos, con bermudas, tirantes, camisetas o ligeros vestidos floreados (ellas o ellos) escuchando respetuosos a los colegas y discutiendo constructivamente cómo solucionar los problemas de los ciudadanos. ¿A que dan ganas de cortarles las corbatas? Me temo que ni aun así.