Canutazos
Decíamos ayer que la revitalización de la política a veces necesita más de sí misma y menos de los demás. La prueba la hemos tenido en los canutazos de ayer, a la conclusión del debate sobre el estado de la nación. Los canutazos los graban los portavoces para ser emitidos a degüello en los canales nacionales. En ellos dejan su impronta para los noticiarios. No le pidas profundidad ni reflexión, pero sí enormes dosis de contundencia. Pese a su nombre, no suelen producir en el consumidor ningún efecto lisérgico ni mucho menos euforizante, pero así funciona la rutina entre políticos y medios.
La conclusión de todos los líderes políticos sobre el debate ha sido negativa porque no se han tratado los temas que preocupan a la ciudadanía. Para todos ellos el debate ha sido estéril y aunque han participado en el asunto con bastante protagonismo el resultado les ha decepcionado por inútil e ineficaz. Supongo que ninguno de ellos antes de hacer estas afirmaciones tan rotundas piensa en el efecto que causan en la ciudadanía. Es algo así como una rueda de prensa con Velázquez, Murillo y Goya diciendo que no merece la pena perder el rato en el Museo del Prado. Suena a los jugadores más destacados de un Madrid-Barça asegurando que el encuentro ha sido otro tedioso partido sin la menor relevancia y que aconsejan a los espectadores aficionarse al baloncesto.
La realidad es que la estrategia de descrédito automático del contrario depaupera el oficio, que al fin y al cabo está basado en la rivalidad de contrarios y no en su desprecio mutuo, que es algo diferente. El debate es poco práctico en términos de resolución de la crítica situación financiera mundial, pero forma parte de la dialéctica política. Sin esos debates todo sería aún peor, porque en ellos al menos los políticos exponen y se exponen.
Una vez más Zapatero, pese a encararlos desde una situación de debilidad, logró evidenciar que las propuestas de futuro de la oposición van poco más allá de la nostalgia del ladrillo. En vista de que convocar elecciones anticipadas o no hacerlo es el motivo de los desvelos partidistas, puede que la conclusión, más allá del estado de la nación, es que hay oxígeno para unos canutazos más.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.