Miedo a la libertad
La posteridad suele gastar malas pasadas de un humor negrísimo: Paul Dukas, compositor sabio y exquisito, magnífico ejemplar de artista fin-de-siècle, hombre de tan alta autoexigencia que permitió que el futuro conservara apenas una docena de sus obras, destruyendo el resto, pervive hoy en la memoria colectiva asociado a Mickey Mouse, protagonista de El aprendiz de brujo, el más célebre de los episodios de la película Fantasía de Walt Disney, basado en el poema sinfónico del mismo título de Dukas.
Ariane et Barbe-Bleue, sobre texto de Maeterlinck, es la única ópera de Dukas, se estrenó en París en 1907 y su argumento desarrolla la figura mítica de Barbazul, creada por Perrault a partir de la figura histórica del pederasta y asesino en serie Gilles de Rais. Maurice Maeterlinck, reelaboró a su vez el personaje para una historia en donde Ariane, la sexta esposa de Barbazul, libera a las cinco esposas cautivas y derrota al tirano, pero, inesperadamente, estas prefieren quedarse a cuidar del esposo herido.
ARIANE ET BARBE-BLEUE
De Paul Dukas. Con Jeanne-Michèle Charbonnet, Patricia Bardon y José van Dam. Dirección musical: Stéphane Denève. Dirección de escena: Claus Guth. Orquesta y Coro del Gran Teatre del Liceu. Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 19 de junio.
El estreno liceísta, con un siglo de retraso, de este título minoritario pero fundamental del repertorio francés que siempre ha sido eclipsado por el Pelléas et Mélisande, de Claude Debussy, fue encargado a Stéphane Denève, un director que debutaba en el Liceo y que obtuvo un buen rendimiento de una orquesta que no siempre pudo ofrecer el refinamiento tímbrico que la partitura demandaba, pero se esforzó en conseguirlo.
El papel protagonista de Ariane, uno de los más duros de la ópera francesa, agotador por su extensión, pues siempre está en escena y enfrentada a una orquestación densísima, fue confiado a Jeanne-Michèle Charbonnet, una cantante que lo defendió a buen nivel pero que no brilló. La voz pesaba, no corría, y no podía ofrecer fluidez a un canto que se despliega en una especie de arioso escrito sobre una música exquisita que refleja los menores recovecos de la prosodia francesa. El papel de Barbe-Bleue, con apenas dos o tres minutos de canto efectivo, fue interpretado por un veterano ilustre, Jose van Dam, que estuvo muy bien pero que no pudo destacar, pues la partitura no daba para ello. Patricia Bardon obtuvo óptimos resultados en el papel nada fácil de La Nodriza, y también recibieron óptima interpretación los breves papeles de las cinco esposas cautivas. El coro, que cantó entre bambalinas, quedó desdibujado y lejano.
La producción, datada en 2005 y proveniente de la Opernhaus de Zúrich, venía firmada por Claus Guth, que propuso muy acertadamente una escena aparentemente anodina, sin truculencia y por ello perturbadora, pues estaba llena de sutiles detalles que sugerían claustrofobia, terror psicológico y los horrores que a veces encierran los apacibles hogares burgueses.
Babelia
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